¿Un nuevo cultivo en la Argentina?
En los últimos años, el maíz tardío surgió con fuerza entre las opciones agrícolas de nuestro país. Investigadores de la FAUBA ya lo consideran un nuevo cultivo.
En los últimos 10 años, el maíz tardío emergió con fuerza como alternativa dentro de las rotaciones agrícolas en la Argentina.
El maíz tardío (MT) está entre nosotros para quedarse. Su uso se difundió tanto en la zona núcleo como en regiones y provincias no tradicionales. Según las condiciones climáticas y los tipos de suelos, se lo prefiere por sobre el maíz temprano, y en ciertos ambientes hasta logró desplazar a la soja de segunda. En la última década, la superficie sembrada con este cultivo creció un 45% y hoy cubre el 60% del área cultivada con maíz en la Argentina. Aunque potencialmente su rinde es menor que el de los maíces tempranos, el productor lo siembra porque es más estable. Estas razones, entre otras, hacen que investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) lo propongan como nueva alternativa productiva.
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“Hay que diferenciar al maíz tardío del maíz de segunda, que se siembra tarde luego de un cultivo antecesor que consumió agua y nutrientes del suelo” (G. Maddonni)
“Su uso tiene ciertas ventajas respecto del maíz temprano”, explicó Gustavo Maddonni, profesor de la cátedra de Cerealicultura de la FAUBA, y añadió: “En el reciente congreso de maíz tardío quedó claro que desde la ecofisiología, el rendimiento de este cultivo está muy relacionado con el peso de los granos, a diferencia del maíz temprano, que depende más del número de granos en la espiga. En maíz, lograr buenos rendimientos depende de que el cultivo no sufra ningún estrés en un lapso llamado período crítico (PC). Al sembrarse el MT más adelante en la campaña, fines de primavera a principios del verano, ese período cae en un momento del año en el que las probabilidades de estrés hídrico son relativamente bajas”.
Al profundizar en esa ventajas, el investigador hizo hincapié en las distintos escenarios climáticos que benefician al MT. “Algunos de los problemas climáticos para los tempranos desaparecen para los tardíos: no están limitados por agua durante el PC, disponen de humedad en el suelo a la siembra y de temperaturas adecuadas que aseguran un buen stand de plantas, y no sufren golpes de calor desde el PC en adelante. Ahora bien, hay que tener en cuenta que a fines de primavera, en general, llueve más que a fin del invierno. Entonces, la contraparte de disponer de agua a la siembra es que a veces aparecen problemas de piso para las sembradoras, se demora aún más la siembra o mueren plántulas por anegamiento en los maíces tardíos que pudieron sembrarse”.