Nutrición de rumiantes bajo la lupa: proponen cambios profundos

Según una investigación de la FAUBA, gracias al manejo de la dieta, ovejas y vacas podrían emitir a la atmósfera menos cantidad de metano, un gas con potente de efecto invernadero.

El resultado de este trabajo implica un salto cualitativo en el conocimiento sobre el sistema digestivo y la alimentación animal.

El resultado de este trabajo implica un salto cualitativo en el conocimiento sobre el sistema digestivo y la alimentación animal.

01deDiciembrede2016a las12:52

Por medio de nuevas técnicas de biología molecular, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) pudieron identificar la totalidad de los microorganismos presentes en el rumen de las ovejas. Con esta información, y experimentando con alimentos de diferente calidad nutricional, concluyeron que con un adecuado manejo de la dieta es posible reducir el impacto de la producción pecuaria sobre el calentamiento global.

“Tenemos una línea de trabajo muy fuerte sobre las interacciones entre la dieta, el ambiente y los microorganimos que viven en el rumen de las ovejas y de las vacas, tanto lecheras como de carne”, señaló Alejandro Palladino, docente de la cátedra de Producción Lechera de la FAUBA e investigador del Conicet.

Palladino le contó al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra que comenzó sus investigaciones en el país hace algunos años, tras regresar de Irlanda, donde realizó su doctorado. “Estudiamos la relación entre distintos tipos de alimentos que le aportan energía a estos animales, sobre todo pensando que la mayor parte de la lechería en la Argentina se lleva adelante en sistemas pastoriles con suplementación de granos de maíz, afrechillos, etc., que generan diferentes respuestas en los microorganismos del rumen. Por eso, en conjunto con la gente del Teagasc (el INTA de Irlanda) identificamos por su ADN al total de las bacterias que allí vivían, en todas las ovejas de nuestro experimento”.

“Encontramos cosas muy interesantes, como que la alimentación controla la diversidad de microorganismos en el rumen. Aquellos animales que consumen granos de maíz, que se digieren más fácilmente, desarrollan microbiomas menos diversos que los que comen, por ejemplo, cascarilla de soja, que se digiere con más dificultad. En este último caso, aparecen en escena muchas bacterias relacionadas con la emisión de metano, un gas de fuerte efecto invernadero. Por eso, los rumiantes que comen cascarillas serían más propensos a producir metano”, explicó el investigador.