Chaco: destacan al maíz como la mejor opción desde la sustentabilidad

En las áreas desmontadas, la mejor opción desde la sustentabilidad y la producción es el maíz.

Hoy, ningún gran productor en el Chaco Seco duda si desmontar o no; la gran disyuntiva es qué cultivar: maíz o soja. Foto: gentileza Andrés Pérez Moreno

Hoy, ningún gran productor en el Chaco Seco duda si desmontar o no; la gran disyuntiva es qué cultivar: maíz o soja. Foto: gentileza Andrés Pérez Moreno

23deMayode2017a las15:52

El acelerado desmonte del Chaco Seco argentino parece no tener freno. Día a día, el bosque cede terreno frente a opciones más rentables como la soja, el maíz o las pasturas para ganadería, que cambian radicalmente el ecosistema. En este contexto, investigadores del INTA, del GEA (UNSL-CONICET) y de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) señalaron que hoy los productores no dudan en remover la vegetación original para implantar cultivos o pasturas. En términos ecológicos y agronómicos, la mejor opción es el maíz, que aun en el extremo más árido de la región duplica al resto en productividad. Sin embargo, la soja es el preferido por su margen económico elevado.

“Trabajamos en el Chaco Seco y el Espinal, donde llueve entre 900 y 400 mm por año. Por sus distintas adaptaciones al ambiente, esperábamos encontrar que los cultivos produjeran más sólo en las partes más húmedas, las pasturas en las intermedias y el bosque natural en el extremo más árido. Para nuestra sorpresa, vimos que no era así: en todo ese rango climático, el maíz produce el doble de biomasa que resto de los cultivos, el bosque y las pasturas. Incluso, es el que más rinde en grano, y en proteína es apenas inferior a soja. Esto demuestra el potencial del maíz como alternativa para disminuir los impactos del desmonte”, afirmó Francisco Murray, estudiante de doctorado en la Escuela para Graduados de la FAUBA.

En su investigación, publicada en la revista Agricultural Systems, Francisco y sus colaboradores compararon cuánta biomasa producen los cultivos, las pasturas y el monte, en las 45 millones de hectáreas del Chaco Seco y el Espinal Occidental en la Argentina, Paraguay y Bolivia. “La frontera agrícola avanza con paso firme hacia zonas de mayor aridez, aun a pesar de las reglamentaciones. Dada la gran fragilidad de estos ambientes, los beneficios económicos podrían ser menores si se tienen en cuenta los elevados riesgos de degradación”, puntualizó Francisco.

“En la realidad, la soja se termina imponiendo por cuestiones económicas, pero desde lo ecológico y lo agronómico vemos que no es una opción adecuada. Es decir, las rentabilidad de la soja lleva a que los productores opten por este cultivo, que produce menos biomasa y alimento respecto al óptimo, que es el maíz. Esto compromete y reduce de forma innecesaria la sustentabilidad y el potencial productivo de todo el sistema”, explicó el investigador.