Cherries y berries quieren crecer
Con nombres sugerentes y sabores exóticos, el producto que se conoce genéricamente como "frutas finas" no para de ampliarse a pesar de las crecientes complicaciones que tiene su producción.
Reservados hasta no hace mucho, a dos o tres productos (frutillas, cerezas, guindas), ahora la canasta supera la docena de especies y variedades y, si bien la frutilla sigue llevando la batuta, ahora la frambuesa le acorta la distancia y, algo más atrás, los arándanos, aunque gracias a nuevas variedades de cerezas, y de moras arbustivas, junto al cassis, y las grosellas, o uvas espina, la oferta sigue diversificándose, respaldada por una diversidad de climas y suelos que favorecen su desarrollo.
Esto determinó que la demanda local, hasta los 80 reservada sólo a los rubros más tradicionales, y apenas para ocasiones especiales, o nichos "sofisticados", como los requerimientos de los grandes hoteles internacionales, cambiara y se adaptara rápidamente, a medida que aparecían los sofisticados frutos.
Además, mientras al principio muchos de ellos aparecían ya procesados en forma de dulces, almíbar, etc., poco a poco fueron irrumpiendo en su versión "fresca", por lo que hoy en las grandes ciudades ya no extraña encontrar cerezas, frambuesas, o arándanos, y hasta grosellas y corintos se suman a las tradicionales frutillas y cerezas en su versión "fresca", en tanto que las cremas, mezclas, jarabes. etc. siguen ampliando su participación en comidas y productos procesados, tanto salados, como dulces (yogures, helados y postres, entre otros), demandados por los hipermercados, hoteles, heladerías o restoranes.