El camino hacia la complementación de actividades

La generación de valor agregado por medio de la construcción de conocimiento sólo se logra a partir del esfuerzo propio.

El camino hacia la complementación de actividades
13deOctubrede2014a las08:21
Las tecnologías pueden comprarse. Las herramientas pueden adquirirse. Pero la generación de valor agregado por medio de la construcción de conocimiento sólo se logra a partir del esfuerzo propio.
 
Así lo indicó Eduardo de Coulon, integrante del CREA Tierra Colorada y miembro del Consejo de Administración de la Cooperativa de Productores de Yerba Mate de Santo Pipó (Pipore), durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se está desarrollando en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
 
El empresario cuenta con un establecimiento de 680 hectáreas en Misiones. Produce yerba mate y forestación (pino y eucaliptus) pura y silvopastoril. Tiene 900 cabezas de invernada en pasturas y en un corral de engorde. También elabora compost.
 
“Cuando empecé, hace 24 años, la chacra producía unas seis veces menos que hoy en la misma superficie: era una empresa básicamente yerbatera. En seis años pudimos triplicar la producción para lograr un volumen que, para nuestras necesidades como familia y empresa, alcanzaba”, explicó.
 
Posteriormente comenzaron a forestar: en seis años cubrieron una 350 hectáreas con el objetivo de producir madera de alta calidad de grandes diámetros y sin nudos. “Casi al final de esta segunda etapa, en plena crisis económica de 2002, no pudimos comprar fertilizante debido a la importante devaluación del peso argentino; ahí tomamos la decisión de hacer ganadería bajo las forestaciones en sistemas silvopastoriles”, comentó.
 
En el área silvopastoril se sembraron pasturas a mano. Todas las noches los animales se encierran en un galpón con una cama de aserrín (residuo de los aserraderos localizados en la zona) que se emplea para juntar las heces y el orín a partir de los cuales se elabora un compost con el cual se abonan los yerbales (los cuales hoy tienen una producción promedio de 13.000 kg/ha, versus un promedio nacional de 4000 kg/ha). Con esto se evita en gran medida el riesgo de incendios.
 
La implementación del sistema silvopastoril requirió poner alambrados y bebederos para no arruinar el agua de las vertientes; incorporar personal con cultura ganadera; manejar pastoreo rotativo en potreros de 5,0 hectáreas de pasturas con árboles donde está prohibido galopar; aprender a encerrar animales en un galpón a razón de una cabeza por cada tres metros cuadrados. 
 
“Todas las opiniones decían que era imposible encerrar tantos animales. Pero agregando aserrín cada semana vimos que funcionaba bárbaro. Para manejar el estiércol logramos inventar un acoplado repartidor de un metro de ancho que no compacta el suelo”, señaló De Coulon.
 
“Evidentemente fue mucho trabajo y mucho riesgo, pero cambió la empresa. Hoy contamos con infinidad de variables y posibilidades. Hay más personas trabajando y herramientas de todo tipo para potenciar en su máxima expresión a las personas, la tierra, el capital ganadero y las plantaciones”, añadió.
 
Con la integración de las diferentes actividades la empresa logró estabilidad  económica dao que en muchas oportunidades los ciclos de la yerba mate y de la ganadería se complementan. El modelo integrado, además, tiene un mayor equlibrio ambiental al maximizar la producción y la generación de empleo por superficie (producto del sistema silvopastoril) y reutilizar de manera eficiente residuos (como el aserrín y el estiércol).
 
“En una oportunidad descubrí una planta de yerba mate al lado de la casa del capataz, que, además de ser muy linda, daba una gran producción; el capataz me dijo que estaba así porque la cosechaba y podaba él. Ese fue un hito, una bisagra, un antes y un después: esa planta estaba allí hace muchos años y yo no la había visto. A parrir de entonces fue el comienzo de la incorporación de muchos cambios”, apuntó De Coulon.
 
Se introdujo la poda con tijeras electrónicas y posteriormente se realiza una poda de saneamiento con serruchos especiales. Se separan las ramas gruesas con una máquina desarrollada en la empresa. Y se retiran las bolsas fuera del lote en un carro, además de cargarse el camión a granel con un guinche.
 
Esas mejoras de proceso permitieron quintuplicar la producción de los viejos yerbales que habían sido plantados hace 90 años. Se redujeron los accidentes y el costo laboral, al tiempo que se incrementó el ingreso de los trabajadores con el aumento de la productividad.
 
“Dentro de este proceso de innovación hubo un hito fundamental, que fue mi tesis de Maestría en Administración (en la Universidad Nacional de Misiones). Consistió en el análisis del proceso de trabajo de cosecha con mi director de tesis, que era un antropólogo especializado en trabajo rural. Allí me di cuenta el tiempo que había perdido antes por no tener conocimiento del comportamiento de las personas ni la forma en que se analizaba el trabajo. Debemos ser profesionales y ser conscientes de lo que no sabemos”, dijo el empresario misionero.
 
De Coulon indicó que es fundamental contratar a los mejores profesionales para generar conocimiento. “Alejandro Socas, coordinador de la zona CREA Litoral Norte, me pidió que estime cuánto conocimiento hay por hectárea en nuestra chacra. Calculamos, para un período de veinte años, unas 2800 horas de trabajo de antropólogos, especialistas en ergonomía, arquitectos, diseñadores industriales, expertos en agricultura biodinámica, nutricionistas, técnicos en seguridad y entrenadores de perros, entre otros. Y eso sin contar a mi esposa que es psicopedagoga y doctora en neurociencias, a quien no le pagué, pero que también me ayudó profesionalmente”, aseguró.
 
Otros de los aspectos clave aprendidos en el proceso son acostumbrarse a recolectar datos (”lo que no se mide no se gestiona”); no perder tiempo y dinero en cuestiones que tienen escaso impacto; no aflojar ante las personas que se resisten a incorporar cambios; compartir los beneficios con los colaboradores; compartir información y estar abierto es recibir opiniones de pares (esencial en el método CREA); y salir de la zona de comodidad para generar mejoras progresivas.
 
“Cuando hago reuniones con nuestro equipo de poda casi siempre pregunto: ¿Qué cambiamos para el año que viene? ¿Qué es mejorable? Es vital que el cambio forme parte de la cultura de la empresa”, concluyó.