En Uruguay confían sus ahorros a la inversión en ganado
Según datos oficiales, la ganadería uruguaya creció 2,4% al cierre de 2013 y otro 4,5% al cierre del año pasado.
Prevén que la ganadería uruguaya continúe ganando protagonismo este año como una fuerte generadora de riquezas.
Fiel reflejo de ese crecimiento es el incremento de 20% anual que mantienen los negocios de capitalización en ganado en los últimos años, solo que los nuevos ganaderos del Uruguay hace rato que dejaron de ser los grandes "terratenientes", aquellos que se desplazaban en grandes camionetas todo terreno y mostraban todo su poderío económico.
Es que los negocios de capitalización de haciendas están captando la atención y los ahorros de soldados que forman parte del contingente de Cascos Azules de Naciones Unidas, muchos de los cuales están desarrollando Misiones de Paz en Congo o Haití. También son porteros de edificio a los que puede verse todas las mañanas lavando la vereda, son jugadores de fútbol, entrenadores y directores técnicos.
Los nuevos ganaderos son repartidores de refrescos, médicos, músicos de la Orquesta Filarmónica y hasta ex pilotos de la aerolínea Pluna. Esos perfiles de los inversores forman parte hoy de "los nuevos ganaderos del Uruguay", donde mayoritariamente "hay gente que no proviene del sector agropecuario y conocen poco sobre él, pero encuentran en el ganado la posibilidad de una inversión segura", explicó a El País el director de Portfolio Ganadero Club, Alejandro Berrutti.
Este fideicomiso surgió en 2007, cuando Uruguay se recuperaba de una crisis económica y apoyándose en negocios de engorde de haciendas a capitalización que aportaran mejores resultados para los productores agropecuarios y para los inversores. Hoy maneja 8.000 cabezas bovinas en 87 establecimientos, de los cuales 84 son en régimen de capitalización y 3 en régimen de arrendamiento; son varios centenares los que están apostando a esta modalidad de capitalización.
Entre la variada gama de inversores también hay quienes conocen bien el negocio, como ingenieros agrónomos que están dedicados a la agricultura o incluso, productores ganaderos que no pueden crecer dentro de sus establecimientos por un problema de escala o de capacidad productiva.
"Con los años fue cambiando el perfil del inversor. Antes, en su mayoría, eran personas que vivían en el exterior, incluso futbolistas que jugaban en el extranjero y buscaban diversificar sus negocios", reconoció Berrutti en diálogo con El País.
