Crónica de una protesta anunciada

Como en el título de la novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, la situación del campo hoy podría describirse como "Crónica de una protesta anunciada". Su génesis está en el conflicto por la 125, del que se cumplen siete años.

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Reacción a la 125 fue porque establecía que a mayor precio de la soja, el Estado se quedaba con la mayor parte de la renta.

Reacción a la 125 fue porque establecía que a mayor precio de la soja, el Estado se quedaba con la mayor parte de la renta.

11deJuliode2015a las07:07

Esta pelea que parece no tener fin es la consecuencia directa de considerar a los productores de granos y carnes como enemigos políticos y no como aliados.

El conflicto por las retenciones móviles de 2008 representó para el kirchnerismo una clara derrota, pero, al mismo tiempo, le sirvió como amalgama para reconstruirse políticamente. Néstor Kirchner, en uno de sus escasos momentos de autocrítica, dio a entender alguna vez que les faltó pericia técnica para evaluar la reacción a la 125. En otras palabras, le echó la culpa al entonces secretario de Agricultura, Javier de Urquiza.

Para evitar nuevos conflictos, la presidenta Cristina Kirchner elevó el rango de la Secretaría a Ministerio en octubre de 2009. Lo que parecía una nueva etapa de la relación con el campo, derivó en la creación de un organismo elefantiásico destinado a dar ocupación a la militancia. Un tema clave de la política agropecuaria, como el funcionamiento de los mercados, quedó en manos de la Secretaría de Comercio, primero en manos del inefable Guillermo Moreno y luego, con la asunción de Axel Kicillof, como ministro de Economía, de Augusto Costa.

En lo esencial, la política fue la misma: restricciones en el comercio de cereales y trabas a las exportaciones mediante el manejo de los ROE. A eso se le sumó la distorsión impositiva, que supone el cobro de derechos a la exportación y que convierten a la Argentina en un raro caso a nivel mundial de penalización tributaria a la producción.