¿Qué hay que hacer para que el girasol argentino se consiga en Europa?

Aunque no tenga efectos sobre la salud humana, el uso de productos para controlar ataques de insectos en los granos de girasol inhibe el ingreso del aceite argentino a Europa. Es el mercado más atractivo y ahora se abastece mayoritariamente con girasol de Ucrania.

El problema se origina por las modificaciones en los límites máximos de residuos que introdujo la Unión Europea.

El problema se origina por las modificaciones en los límites máximos de residuos que introdujo la Unión Europea.

23deSeptiembrede2015a las15:03

“Por el uso de pesticidas en poscosecha la Argentina pierde el mejor mercado de aceite de girasol del mundo”, dijo Sonia Vigna, de Oleaginosa Moreno Hermanos SA (OMHSA), en el taller realizado recientemente en Necochea sobre “Residuos en girasol y manejo de poscosecha”. La Comunidad Europea importa alrededor de 1 millón de toneladas anuales de aceite de girasol. El aporte de Argentina a este mercado es cero. El producto es el preferido para cocinar por los consumidores de los países desarrollados.

El encuentro organizado por ASAGIR, el Senasa, OMHSA, Cargill y el Centro de Acopiadores de Necochea planteó la necesidad de buscar alternativas que solucionen el conflicto que actualmente se origina por los límites máximos de residuos establecidos por la Unión Europea. El tema no es fácil ya que se deben conciliar las exigencias europeas con las posibilidades e intereses de los diversos actores locales que participan en la producción, acopio, industria y exportación.

Mientras tanto, urge encontrar una solución. En los últimos años se han reducido las exportaciones totales de aceite de girasol argentino. Paralelamente este producto debió encontrar nuevos destinos externos ya que en la actualidad no hay embarques al atractivo mercado europeo.

¿Cómo se originó el problema?

El problema se origina por las modificaciones en los límites máximos de residuos que introdujo la Unión Europea en los primeros años de la década pasada.

Una de ellas fue la prohibición de una gran cantidad de principios activos, entre los que se encuentra el Diclorvós (DDVP), un insecticida fosforado de alto poder de volteo. Aunque el poder residual de este producto es bajo, la tecnología moderna permite detectarlo hasta 2 a 6 meses posteriores a la aplicación. El límite fijado por la Unión Europea es extremadamente bajo, de 0.01 partes por millón –en la práctica equivale a cero- y si el análisis es positivo, el producto debe ser rechazado.