Vino vs clima: cómo es el sistema que utiliza Mendoza para sembrar nubes y desarticular el granizo
La provincia cuenta con un equipo encargado de disipar las tormentas de granizo y así resguardar la producción vitivinícola de daños.
|La provincia de Mendoza ha sido dotada con características climáticas ideales para la producción de vinos que compiten entre los mejores del mundo. Sin embargo, como una espada de Damocles, las mismas condiciones geográficas y climáticas que la consagran, también generan tormentas con granizo tan violentas que pueden destruir miles de hectáreas de producción en apenas unos minutos.
¿Cómo hace Mendoza para combatir la principal amenaza a su economía? Los especialistas de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas (DACC) de la provincia cuentan los detalles de una lucha en la que parece que es posible que el hombre domine al tiempo.
Desde la pista del aeropuerto El Plumerillo de Mendoza, el paisaje parece una pintura. La inmensidad del cielo termina en el horizonte irregular y ocre de la imponente Cordillera de los Andes. Hacia el oeste, se puede advertir cómo los cúmulos, que hace minutos eran pequeños y de un blanco perfecto, han crecido y han virado su color hacia los grises oscuros. Desde allí la vista es maravillosa para cualquier turista recién llegado. Pero sobre la plataforma del Hangar 7, donde funciona el centro de operaciones de la lucha antigranizo (LAG), el equipo mira hacia el horizonte con ojo clínico: “Hoy vamos a tener actividad, ya se están armando las tormentas” dice Esteban Rigotti, observando el desarrollo de las nubes. Rigotti se dedica a coordinar la actividad de los pilotos de la lucha antigranizo y se encuentra en estado de alerta porque de un segundo a otro, ante los primeros ecos de radar, puede darse la orden de despegue.
Entre septiembre y abril, Mendoza registra un promedio de 5600 tormentas. Un número impactante. Afortunadamente, sólo un 11% de ellas –unas 600- ocurren sobre los tres oasis productivos que tiene el territorio mendocino: el Oasis Norte, formado por los ríos Mendoza y Tunuyán Inferior; el Oasis Centro o Valle de Uco, a partir del río Tunuyán Superior; y el Oasis Sur, que tiene su origen en los ríos Diamante y Atuel.
“En promedio, en cada temporada ocurren 116 días con tormentas, de los cuales 54 corresponden a días con tormentas severas sobre áreas cultivadas” explica el Ing. Pablo Stalloca, Director de la DACC. “La vid es el cultivo más afectado porque representa el 50% de la superficie cultivada en los tres oasis de la Provincia y el 50% restante se compone de frutas de carozo, verduras y hortalizas”, detalla.
Evidentemente, las tormentas graniceras representan una seria amenaza para la economía local. Por eso, Mendoza ha desarrollado un Sistema de Mitigación por Daños de Granizo que incluye la lucha pasiva y la lucha activa y está basado en el conocimiento de la microfísica de las nubes y de los procesos que ocurren en un sistema convectivo.
Tipos de tormentas
Las tormentas pueden ser unicelulares, multicelulares o supercelulares. Las multicelulares y las supercelulares pueden llegar a organizarse de manera de configurar un sistema convectivo de mesoescala.
La tormenta unicelular está formada por una única celda y generalmente es de corta duración. Las tormentas multicelulares están formadas por varias celdas. Se trata de varias celdas de tormentas en distintos estados de desarrollo que interactúan entre sí. La duración de cada celda individual suele ser de alrededor de 30 o 40 minutos, pero todo el proceso puede durar varias horas.
Las supercélulas son estructuras tormentosas caracterizadas por una fuerte rotación de las corrientes ascendentes (mesociclones). La duración de una tormenta de este tipo es superior a una hora y suelen recorrer varias decenas de kilómetros. Pueden formar parte de un sistema de tormentas multicelulares.
Por último, los sistemas mesoscalares se definen como un área continua de precipitación en superficie con una extensión horizontal mínima de 100 km en alguna dirección. Puede dar lugar a todo tipo de tormentas, aunque mayormente son sistemas multicelulares.
Divide y reinarás
En el interior de la nube hay moléculas de vapor de agua, agua líquida, cristales de hielo y gotas de agua sobre enfriada (agua muy fría, por debajo de la temperatura de congelamiento pero aún en estado líquido). El agua sobreenfriada es algo que no ocurre en los congeladores hogareños pero es frecuente en la alta atmósfera. Además, en la atmósfera existen microscópicas moléculas de polvo, sal, hollín u otros aerosoles que funcionan como núcleos de condensación: atraen el vapor de agua a su superficie y lo condensan. Dependiendo de la temperatura del ambiente, a medida que el vapor de agua va ascendiendo y encontrando temperaturas cada vez más frías, esa condensación puede ser a agua líquida (gota de nube) o directamente a sólida (cristal de hielo). A medida que se desplaza, la partícula va colectando más y más gotas de agua sobreenfriada --que se congela instantáneamente--, y empieza a hacerse cada vez más grande. Aquí tenemos entonces, el embrión de un granizo.
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La cantidad de vapor y agua sobre enfriada disponible dentro de la nube se distribuye de manera más o menos equitativa entre la cantidad de núcleos de condensación existentes. Ergo, si tenemos pocos núcleos de condensación, toda la sustancia disponible (agua en distintas fases) se distribuirá en menor cantidad de unidades de granizo pero de mayor tamaño.
La lucha activa antigranizo y la denominada Siembra de Nubes se basa en el principio de competencia benéfica. “Significa aumentar la concentración de núcleos de condensación, inyectando núcleos de condensación artificiales de Yoduro de Plata (Agl). Al aumentar esta cantidad, aumentarán los embriones de granizo y competirán entre sí por crecer en base al agua sobre enfriada disponible, con lo cual, el tamaño final del granizo será más pequeño”, explica el Ing. Martín Cavagnaro, Coordinador de Investigación y Desarrollo de la DACC.