Buscan "anular" la producción agropecuaria en la ciudad emblema de la lechería nacional
Se presentó un proyecto de ordenanza que deja sin posibilidad a la actividad de campos de la región.
Brenda Vimo, concejala que impulsó el proyecto.
De lo que fue un caserío en su origen, allá por 1881, hoy Rafaela se ha extendido en el mapa y avanza en su distrito de 156 kilómetros cuadrados, cobijando a un estimado mayor a 110 mil habitantes.
La ciudad evolucionó no sólo en sus capacidades, sino en su subsistencia, haciendo del comercio, los servicios y la industria el complemento ideal para el sector agropecuario. Los años y la tradición hicieron que sea en el centro-oeste santafesino el corazón de la cuenca lechera, la mayor de Sudamérica.
Todo eso que los pioneros comenzaron, el desarrollo que le dieron tres diferentes siglos puede quedar en el olvido si el Concejo Municipal de Rafaela aprueba un proyecto de ordenanza que propone restringir las aplicaciones de fitosanitarios en una distancia total de dos mil metros desde el límite urbano-rural.
La intención de la edil, Brenda Vimo, no menciona en ninguno de sus tramos aspectos vinculados a las Buenas Prácticas Agrícolas, ni a la disponibilidad de tecnología y geolocalización de la que disponene las pulverizadoras, sino que apunta de manera directa a restricciones para los productores, incluso superponiendo determinaciones a las reglamentaciones que rigen en la actualidad.
Tomando como base a la Ley Provincial 11.273, en Rafaela rige desde 2003 la Ordenanza Municipal Nº 3.600, que se quiere derogar, el cual establece como límite periurbano los 200 metros, como distancia para poder aplicar productos fitosanitarios, con referencia similar en establecimientos educativos, de salud, recreativos, habitacionales, fuera del ejido de la ciudad.
Se debe presentar la Receta Agronómica de todas las aplicaciones que se realicen dentro de los 500 metros desde la línea mencionada, además de agendar con autoridades municipales el lote, día y hora de la aplicación, siempre teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas, al igual que se tiene que contemplar que los equipos deben circular y guardarse vacías, fuera de los límites mencionados.
Muchas de estas cosas están reiteradas en el proyecto que supuestamente intenta disparar un debate sobre la base de cifras irracionales, pero que también comienza e insiste a lo largo de todo el texto con denominar como agroquímico a los fitosanitarios, marcando así la intencionalidad del mismo. El detalle no se asemeja al de una ordenanza, sino que emula el detalle de lo que podría ser una ley.
Los considerandos comienzan advirtiendo que “el objetivo de la presente ordenanza es la protección de la salud humana y de los ecosistemas, optimizando el manejo y la utilización de agroquímicos, buscando evitar la contaminación del ambiente”, sobre “una necesidad de impulsar y fomentar en la periferia de la ciudad las diferentes alternativas de producción de alimentos (agro-ecológica, agricultura biodinámica, orgánica, permacultura,etc)”, para generar “mayor cercanía entre productores y consumidores; menor tránsito de alimentos y por ende disminución de su mochila de carbono; alimentación sana y segura; regeneración de ecosistemas; embellecimiento del paisaje (beneficios espirituales, emocionales, psicológicos)”. Debemos suponer que cuando se alude a “mochila de carbono” podría ser algo relacionado a la huella de carbono.