Post lluvias, ¿cómo hacer que las aplicaciones de fungicidas sean más eficientes?
Luego de las esperadas precipitaciones, Tropfen comparte claves y recomendaciones para el manejo de los fungicidas en la soja
Luego de atravesar un periodo con marcado déficit hídrico en casi la toda el área productiva argentina durante los meses de diciembre 2021 y enero 2022, finalmente, llegaron las tan esperadas precipitaciones, reestableciendo condiciones hídricas de muchas zonas del área afectada, mientras que en otras las mejoras fueron parciales.
El común denominador de la última semana, fue un periodo de clima húmedo, con alternancia de días de precipitaciones y horas de sol, por la que atravesaron los cultivos. Estas condiciones generaron un ambiente predisponente para el desarrollo de enfermedades de fin de ciclo (EFC), que afectan al cultivo de soja durante su periodo crítico. Las mismas son causadas por hongos necrotróficos que pueden sobrevivir en rastrojo y semillas afectando hojas, tallos y vainas. Se identifica así, al grupo de patógenos compuestos por Septoria glycines y Cercospora kikuchii, entre otras, siendo la primera las más prevalente durante las últimas campañas.
“Una particularidad de estos últimos años, es que se alcanzaron los umbrales de Septoria glycines sin llegar a tener elevadas precipitaciones que generen condiciones que favorecen el desarrollo de la enfermedad. Lo antes mencionado, se ve acentuado en lotes que provenían de cultivo de soja en la anterior campaña, donde el inóculo persiste en niveles altos sobre el rastrojo”, dijo Franco Lerda, Ingeniero Agrónomo, Técnico a campo de Tropfen.
Este complejo de enfermedades si no son controladas desde un principio pueden llegar a ocasionar pérdidas de rendimiento que van desde el 10 al 15%. (Arias, 2011; Distefano y Gadban, 2014; Ploper et al, 2015; Carmona et al, 2015).
Actualmente está muy difundida la utilización de mezclas de fungicidas de los grupos de los triazoles, estrobirulinas y carboxamidas, que permiten ejercer un mejor control frente a la aparición conjunta de EFC y disminuir los riesgos de generación de resistencia a través de la acción combinada de diferentes moléculas químicas (Distefano et al., 2018; Ploper et al, 2015).
Dado que las aplicaciones de fungicidas generalmente comienzan en estadios reproductivos donde el cultivo ya ha cerrado el surco, consideramos que resulta clave trabajar sobre estrategias de aplicaciones eficientes, que nos permitan alcanzar la parte inferior del tercio medio, con la mayor concentración de activo posible.
El mantenimiento del área foliar sana durante este periodo determina la cantidad de radiación interceptada y su expresión en el rendimiento (Kantolic y Slafer, 2007). Por eso, el objetivo es lograr coberturas que superen los 70 impactos/cm2 y promover la penetración de gotas dentro del canopeo.