Cannabis: el productor que quiere industrializar el cultivo con un rinde de 4.000.000 frascos por hectárea al año
Desde 2005 produce aceites de cannabis bajo cultivo controlado; aún espera que se regularice su industrialización
Matías Garrote es productor de aceite medicinal de cannabis y miembro de Green Magic. Se sumó hace 7 años al proyecto cuando a su hijo le diagnosticaron Síndrome de Tourette, un trastorno que se manifiesta con movimientos repetitivos o sonidos que no se pueden controlar. “Descubrí que el aceite de cannabis permitía disminuir estos tics y mejorar su calidad de vida”, contó a Agrofy News.
Van a cumplirse 5 años desde que se aprobó en Argentina la ley 27.350, que regula la producción de cannabis. En 2020, quedó oficializada una nueva reglamentación para la ley de uso medicinal de cannabis que facilita e impulsa la investigación científica orientada a los posibles usos terapéuticos. Sin embargo, si bien las normativas se ampliaron y las iniciativas vinculadas a este cultivo crecieron, no así las posibilidades de producirlo y comercializarlo masivamente.
Green Magic: una alternativa terapéutica
Green Magic surgió en el año 2005 con fines recreativos. Luego se vincularon con cultivadores calificados que habían viajado a otras partes del mundo a capacitarse, en países donde hay regulación, y se embarcaron en un camino más serio. “Nos empezamos a relacionar con médicos que conocían del cannabis medicinal y que apostaban a eso como alternativa, decidimos ir por ese camino”, contó el productor.
Los beneficios del cannabis son ya conocidos: se usa como complemento o suplemento alimenticio, remedio tópico o tratamiento farmacológico para el alivio del dolor crónico, la inflamación en enfermedades inflamatorias intestinales o cutáneas, la ansiedad, la depresión o la gravedad y frecuencia de las convulsiones en epilepsias refractarias: “El aceite no cura, es un paliativo. Durante estos años ayudamos a muchísima gente, como chicos internados en el Garrahan”, contó Garrote y adelantó que próximamente van a abrir una inscripción a un programa gratuito de aceites para poder ir evidenciando las mejoras de la gente que está teniendo.
“Cuando me sumé le di más forma al proyecto. Le pusimos una marca, lo profesionalizamos, trabajamos la evidencia científica con los médicos y veterinarios. Cada una de las partidas de aceites fueron analizadas en laboratorios públicos. Esto nos permitió llegar a obtener un producto grado farmacéutico, poder cubrir los requerimientos en el país”, contó Matías.