Nicolás Pino en La Rural: el mensaje para el próximo Gobierno y la advertencia por la desaparición de 100.000 productores
El presidente de la Sociedad Rural Argentina lideró el acto principal de la Expo Rural 2023: "Sólo en concepto de derechos de exportación, el campo viene aportando al país 170.000 millones de dólares en los últimos 21 años", dijo
La Expo Rural 2023 se da en un marco de fuerte presencia política, en año de elecciones, por lo que la expectativa de los días finales se centró en el discurso de Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
Acto inaugural de la Expo Rural 2023: palabras de Nicolás Pino
Además del condimento político de las elecciones, la Expo Rural 2023 se realiza a 15 años del conflicto de la 125. “Han quedado al descubierto las pésimas políticas agropecuarias que los gobiernos han instrumentado en la Argentina en los últimos 80 años. Esas malas políticas las pagamos todos", apuntó Pino en el discurso.
"Nuestra producción está estancada, trabada, debilitada y, si las condiciones impositivas y macroeconómicas cambiaran, podríamos producir mucho más", agregó. "La producción no puede menos que sufrir: sólo desde el momento en que se reinstalaron las llamadas retenciones, más de 100.000 productores han tenido que abandonar la actividad", alertó.
"¡Que las saquen!", gritaron desde el público, en el momento en el que Pino hablaba de las retenciones. "Que buen mensaje", respondió el presidente de la SRA.
"Estamos eligiendo, ya, a servidores públicos a quienes confiaremos el rumbo del país. ¿Cuándo será el día en que un gobierno saliente no deje al siguiente un campo minado de problemas por estallar? ¿Cuándo será el día en que el gobierno que asuma no se cruce de brazos quejándose de la famosa “pesada herencia recibida”?", comentó sobre el año de elecciones.
"A los nuevos elegidos, y a toda la clase política, les vamos a exigir la construcción de un país donde haya un futuro para cada argentino. Un país donde todos trabajemos (y aquí pido a todos que me acompañen con sus banderas) para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino", resaltó y pidió dejar atrás "las grietas que nos separan".
"Todo esto lleva a una conclusión: está claro por qué camino no hay que ir", aclaró.
Discurso de Nicolás Pino en la Sociedad Rural Argentina
Aquí estamos, juntos, celebrando la inauguración de la Exposición Rural. Ya van 134 ediciones. Y esta vez, la 135, como las anteriores, estamos haciendo la Exposición entre todos. Acá estamos los productores y socios, trabajadores, expositores y todas las personas que nos visitan de nuestro país y de la región. Aquí están representados el Litoral: Entre Ríos, Santa Fe, Misiones y Corrientes; Formosa y el Chaco; el noroeste: Jujuy, Tucumán y Salta; los catamarqueños y los riojanos, los santiagueños, los cordobeses, los pampeanos y los puntanos; la provincia de Buenos Aires; Cuyo: San Juan y Mendoza; la Patagonia. Y cuando digo Patagonia, estoy hablando no sólo de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquén; también están, representadas por los ex combatientes aquí presentes, nuestras islas Malvinas.
Este momento, en que estamos todos reunidos, y en que el país nos escucha, es una ocasión privilegiada. Debemos aprovecharla para analizar claramente nuestra realidad, en particular la del campo y la agroindustria.
Enfrentamos muchos problemas. Pero podemos ser optimistas, si trabajamos coordinando nuestras fuerzas.
El problema del campo que suele ocupar los titulares es la sequía. Y es verdad, la sequía nos marcó fuertemente. Pero lo más importante es que la sequía deja al desnudo, más que nunca, problemas más profundos que ella. Han quedado al descubierto las pésimas políticas agropecuarias que los gobiernos han instrumentado en la Argentina en los últimos 80 años.
Esas malas políticas las pagamos todos. Nuestra producción está estancada, trabada, debilitada y, si las condiciones impositivas y macroeconómicas cambiaran, podríamos producir mucho más.
Más allá de la sequía, el campo tiene otros problemas. Uno de ellos es el ataque que sufre la productividad del sector, y sus intereses legítimos, amparados por la Constitución Nacional. Otro: el desarraigo creciente de los productores.
En primer lugar, como dijimos, la productividad y los intereses están en jaque. No somos una víctima aislada, es verdad: toda la sociedad argentina sufre el mal manejo de la economía nacional que hacen los gobiernos, llevados por conveniencias electorales.
En el caso de nuestro sector, el Estado actúa como socio desleal y forzoso. Lo hace a través de impuestos confiscatorios, discriminatorios y distorsivos, que se van acumulando sin lógica ni sentido, en todos los niveles: nacional, provincial y municipal. Lo hace a través del manejo del tipo de cambio, que obra como un instrumento de apropiación de la legítima rentabilidad del productor. Lo hace a través de información falsa, manipulando y exagerando, por ejemplo, la incidencia del precio de la carne vacuna en el índice de precios al consumidor.
El Estado, que debe trabajar para abrir mercados, irrumpe con intervenciones oportunistas, como las cuotas de exportación, la prohibición de importaciones indispensables, la manipulación de los fideicomisos, o los acuerdos prebendarios y proteccionistas con ciertas empresas. Intervenciones que falsean costos y precios, encadenan la libertad de comercio, y desalientan cualquier plan de inversión o crecimiento.
Los costos de la producción aumentan y el crédito a largo plazo desaparece. Las relaciones de trabajo se ven afectadas por una anacrónica legislación laboral que fomenta la industria del juicio.
Las medidas tomadas por el Gobierno esta semana no nos dan previsibilidad, y que quede bien claro: estas medidas se toman por una necesidad financiera del gobierno y no en beneficio de todo el sector. Necesitamos reglas claras, justas y previsibles que generen confianza y se puedan instrumentar. Estamos cansados de anuncios que nunca llegan a los productores.
Al mismo tiempo, el Poder Legislativo descuida su trabajo. Estamos en julio, y las sesiones de los legisladores pueden contarse con los dedos de la mano; dejan a nuestro sector sin leyes fundamentales (como por ejemplo, la ley de semillas), desconectando a la Argentina de la evolución tecnológica, o fuerzan sesiones sin sentido con el único fin de manipular al Poder Judicial.
Existe otro problema dentro del sector. Es el ataque contra el arraigo del productor que vive en el campo. La comunidad rural entera está discriminada en Argentina. No se salva de la inseguridad que, por otro lado, cunde en el país entero y afecta más a los que menos tienen; en el campo hay destrucción de producciones y viviendas, hay ocupaciones ilegales, hay desprotección, en general, contra el delito. La educación y la salud, en ambientes rurales, están ausentes, o diezmadas, o destruidas. La luz, el gas y la conectividad llegan a precios imposibles de pagar, o directamente no llegan. Tampoco las rutas en buen estado, ni los puentes, ni los trenes, ni el transporte fluvial.
¿Cuál es la consecuencia? Los productores somos expulsados del campo. Nos vemos forzados a buscar el sustento en otro lugar, dejando el campo improductivo. Hago aquí un breve ejemplo, para considerar el caso de Santa Cruz. En esa provincia siguen cerrándose campos, simplemente porque el Estado no se ocupa de equilibrar la producción agropecuaria con la preservación de la fauna autóctona y la diversidad biológica. Consecuencia: los productores ganaderos abandonan la Patagonia.
El campo es el único sector que genera divisas netas genuinas, para que la Argentina funcione.
Sólo en concepto de derechos de exportación, el campo viene aportando al país 170.000 millones de dólares en los últimos 21 años. ¿Cuál es la respuesta del Estado? El ataque a la productividad del campo. La infraestructura rural se cae; existen no sabemos cuántos tipos de cambio, oportunistas y desestabilizadores; y un impuesto inflacionario de más del 100% anual que agudiza la pobreza, llevándola al vergonzoso 42% de la población. La producción no puede menos que sufrir: sólo desde el momento en que se reinstalaron las llamadas retenciones, más de 100.000 productores han tenido que abandonar la actividad.