El boliche de campo que se mantiene vivo luego de 100 años: las historias detrás del lugar que supo ser el centro de vida de una región
Está ubicado en Monje, Santa Fe, y lo atiende Héctor Pérez, tercera generación de bolicheros; la esencia de un espacio que permite viajar en el tiempo
“Hágame un sandwich don Héctor”, pide un trabajador rural que se acaba de bajar del tractor y encontró en el Boliche de Pérez la posibilidad de un almuerzo rápido para seguir sus tareas en el campo. Este lugar está a escasos kilómetros de Monje, Santa Fe, en la zona rural.
Héctor Pérez es el dueño de este boliche que cumple 100 años. De lunes a viernes se encarga de todo, vende cosas de almacén y prepara la picada con el vermú. Los fines de semana llega a tener más de 100 personas y su familia lo ayuda.
Mientras el calor azota contra el centro santafesino, adentro del boliche se respira frescura. El techo alto, de ladrillos, la luz tenue, el piso, todo combina para que las altas temperaturas no se sientan. Un oasis en la pampa húmeda.
La construcción está original. “No se tocó nada”, contó el dueño del boliche a Agrofy News. El edificio tiene más de cien años, según le contaron vecinos y sus familiares, el abuelo lo compró en 1924 y ya tenía 60 años.
Es tercera generación de bolicheros. Tomó las riendas del lugar en 1980 y mantiene a flote un negocio que sobrevivió al cambio de contexto económico y agropecuario.
Mientras Héctor se va al fondo a buscar el fiambre para hacer el sandwich, el trabajador rural le sigue comentando cómo viene el día. Por un instante, todo quedó en segundo plano.
Solo Héctor y él parecían estar en ese boliche centenario que conserva los sabores y relatos desde que se construyó en 1860 aproximadamente. En las paredes, conservar el recorte de notas en los diarios, la visita de León Gieco y de Quique Pesoa. También guarda la letra de una canción que le hicieron paisanos amigos. “Terrible el calor. Igual, estos treinta y pico de grados están mejor que los 40 del año pasado”, comentó el hambriento hombre para que la espera se haga llevadera.