El ejemplo del campo

07deAgostode2002a las08:03
La ausencia de las más altas jerarquías del Gobierno en la ceremonia de inauguración de la Exposición Rural de Palermo, el sábado último, demuestra que la reiterada promesa de las autoridades nacionales de marchar hacia una alianza con el sector de la producción está lejos de concretarse en los hechos.

No solamente faltó a la invitación el presidente de la Nación, sino también sus ministros, en especial el de la cartera de Economía, también a cargo del nuevo y ya desvalorizado Ministerio de la Producción.

Representó al gobierno nacional el secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, que con su reciente designación recibió sin duda una pesada carga, ya que le ha tocado asumir esa delicada responsabilidad en momentos en que se sienten a pleno los efectos de los múltiples errores cometidos últimamente en el orden económico-financiero: el congelamiento de los depósitos bancarios, la devaluación del peso, la festejada declaración de insolvencia pública, la pesificación de créditos y débitos, la fractura de los contratos y, entre otras decisiones desacertadas, la sanción de impuestos a las exportaciones.

El representante oficial pronunció su discurso mientras el público manifestaba desde las tribunas de Palermo, de viva voz, su reprobación y su malestar. La protesta, que llegó a ser ensordecedora, quedará grabada, seguramente, en el anecdotario de estas muestras.

El secretario mencionó dos decisiones del gobierno nacional: la firma del demorado decreto que pone en ejecución la promoción de las carnes vacunas y la creación de un ente de propósito incentivador de la producción en general, pero aún en ciernes.

El presidente de la Sociedad Rural Argentina formuló críticas al sistema político y a sus representantes, se detuvo en la corrupción y criticó la devaluación y la pesificación, aplicadas discriminatoriamente al agro, que debe satisfacer las deudas con sus proveedores en la moneda en que fueron contraídas.

Calificó de retrógrada la aplicación de los impuestos a las exportaciones y de discriminatorio el régimen de exportación de cueros. Fustigó la retención de pagos por parte de los exportadores de granos, relacionado con las demoras en la devolución del IVA. Al respecto, propuso grupos sectoriales destinados a la resolución de estos conflictos.

La exposición, que ahora comienza su etapa final con el remate de los ejemplares, concretó el cambio que muchas voces le reclamaron en los últimos años. Así, volvió a concentrarse en lo específicamente propio, es decir, en la producción rural, en sus frutos y en sus tradiciones, en la participación de la moderna maquinaria, que responde a las nuevas exigencias tecnológicas y a la realidad agrícola, que incluye predios de extensión cada vez mayor.

Nuestro país se caracteriza, como nadie ignora, por contar con un excepcional potencial agropecuario. A la inmensa extensión de tierras aptas disponibles -dedicadas a las más distintas producciones- se suma un capital humano particularmente valioso.

En los últimos años, pese a grandes vicisitudes, el agro ha producido, año tras año, cosechas récords. Ya no se puede hablar únicamente de carnes y granos. El campo argentino también es leche, miel, forestación, frutihorticultura, producciones orgánicas, vinos, tabaco, algodón, té y yerba mate, por señalar algunas de las actividades en las que el esfuerzo productivo se ha ido diversificando. En algunos casos, como la producción de miel y limones, el país ocupa los primeros puestos en el concierto de los países exportadores.

El campo contribuye, decididamente, a la generación de la riqueza nacional. Produce más de un millón de empleos, en forma directa, y muchos más en forma indirecta. Contribuye con el 50% de las divisas exportables, cifra que se incrementa notablemente con la agroindustria. Y cumple, asimismo, un rol important