El gasto público debe bajar

17deSeptiembrede2002a las08:21

Los déficit fiscales que (medidos sin "contabilidad creativa") excedieron el 4% del PBI por año durante una década son la explicación fundamental de una acumulación de deuda que nos llevó al default y al colapso económico. En esto parece que estamos de acuerdo. Pero tanto Ismael como muchos economistas prestigiosos (incluyendo Stiglitz) van a un paso más allá y argumentan que el déficit fiscal se produjo por la reforma previsional. ¿Tiene sentido esta explicación? Si fuera cierto, ¿cuál sería su trascendencia? ¿Es un argumento válido para justificar la reestatización del sistema?

En primer lugar, establecer causalidad entre la reforma previsional y el déficit fiscal es una arbitrariedad contable. Alternativamente uno podría interpretar que el déficit previsional se financió con los ahorros generados con las privatizaciones (en una suerte de paquete de reformas estructurales) y que el déficit queda por lo tanto explicado por un crecimiento espectacular del gasto público, medido por cualquier indicador que se elija. Sería una interpretación tan válida como la anterior. También es una arbitrariedad contable atribuir el déficit a la baja de aportes patronales. ¿Por qué no tener en cuenta los impuestazos, algunos de ellos incluso diseñados específicamente para compensar las bajas de aportes patronales? El hecho es que cualquier asignación parcial del resultado fiscal es arbitraria.

El punto de referencia válido es, en cambio, el económico. El objetivo esencial de crear el régimen de capitalización fue aumentar la tasa de ahorro de la economía y crear un mercado de capitales de largo plazo para financiar la inversión privada. Para que el ahorro aumentara y quedara disponible para la inversión privada, era necesario que el sector público equilibrara sus cuentas después de perder los aportes que irían a las AFJP. Si no se lo hacía, los fondos de las AFJP no estarían disponibles para la inversión privada sino serían absorbidos por bonos emitidos para financiar el déficit público, tal como ocurrió. Las reformas estructurales se justifican por sus consecuencias de largo plazo (¡si se hacen bien por supuesto!) y sus consecuencias fiscales de corto plazo tienen que ser compensadas con medidas adicionales. Si el equilibrio fiscal debía lograrse con aumentos de impuestos o bajas de gasto es otra discusión (la del tamaño deseable del sector público), que trato más adelante.

Existiendo la posibilidad de tomar otras medidas fiscales compensatorias es entonces una falacia argumentar a favor de la reestatización del sistema previsional porque "provocó" el déficit fiscal. Para criticar la reforma previsional deben utilizarse otros argumentos. Pero sus vicios estructurales tampoco justifican una reestatización del sistema. La reforma previsional no fue una reforma "de mercado" y la mayoría de los vicios que se le atribuyen (comisiones excesivas, obligación de invertir en títulos públicos, etc.) son propios de un régimen paraestatal regulado que obliga compulsivamente al aporte de los asalariados. Las AFJP (como las obras sociales, las privatizaciones monopólicas y el régimen automotor, para mencionar sólo algunos ejemplos) son instrumentos de un capitalismo corporativo que opera bajo la protección del Estado y que hay que cambiar. Para corregir sus defectos, la mejor alternativa no es la reestatización o mayores regulaciones sino la desregulación y la adopción de regímenes más competitivos.

Los debates centrales

Como quedó claro en mi artículo del 4 de setiembre, el gasto público aumentó espectacularmente por cualquier indicador que se adopte. Aun cuando tomáramos como indicador el gasto primario en términos del PBI, que es insuficiente por ser sólo una parte del gasto públi