En los umbrales de la anarquía

17deSeptiembrede2002a las08:07

Por Gabriela Pousa

Las confrontaciones originadas en este proceso quebraron estructuras partidarias de manera tal que, hoy, es utópico delimitar las fuerzas que por años fueran protagonistas. Tanto la UCR como el PJ se han convertido en entelequias. La pugna interna corrobora este esquema. La ecuación “para un peronista nada mejor que otro peronista” quedó como anatema. Nadie se atrevería a sostener que Carlos Menem es lo más satisfactorio para Rodríguez Saá, así como Raúl Alfonsín dista de ser el ideal de López Murphy. Sin embargo, es necesario restablecer la representación ciudadana que garantice una gobernabilidad capaz de estabilizar el panorama. Si la democracia no es el régimen de la mayoría absoluta sino el de las opiniones relativas, como sostenía Octavio Paz, poco o nada pueden aportar las doctrinas devenidas en argumentaciones vacías más que relativas.

Mientras se discutía si la crisis provenía de la incompetencia del modelo o de la caducidad del sistema, las cuestiones inherentes al Estado quedaron relegadas. La puja entre los intereses del interior expresados en términos de coparticipación federal y el poder central fueron determinantes en el resurgimiento de caudillos. Históricamente, aparecían ante la imposibilidad de acatar un pacto federal entre las provincias. Como corolario, los gobernadores asumían el control de la política regional, liquidando el poder de los cabildos.