La Argentina deberá tener paciencia

07deOctubrede2002a las08:16


Más allá de las declaraciones glamorosas del ganador virtual de ayer, Luiz Inacio Lula da Silva, o de las frías definiciones de su contendiente, José Serra, en relación con el Mercosur, los dos hombres que disputarán la presidencia el 27 de este mes reconocen que su prioridad es alcanzar el año próximo un difícil crecimiento del 3,5% y un superávit fiscal del 3,8% para convencer a los inversores de sus posibilidades de éxito.

El sucesor de Fernando Henrique Cardoso podría tener la mejor voluntad para asistir a su "parceiro" regional, pero primero deberá enfocarse puertas adentro para garantizar un crecimiento económico que lo saque de la antesala del infierno del default.

El Brasil que deja atrás los comicios presidenciales de ayer hereda un tibio crecimiento del 1%, una deuda pública equivalente al 62% de su producto bruto interno (PBI), un real tan depreciado como el poder decompra de la sociedad y un dividido escenario político.

Los analistas no creen que el próximo presidente pueda dar un paso lo suficientemente grande como para lograr un crecimiento mayor al 2% y, por lo tanto, entienden que la capacidad de recibir productos argentinos no aumentará significativamente, un dato sustancial si se recuerda que cerca del 30% de las exportaciones nacionales está destinado a Brasil.

El balance comercial bilateral, según reconocieron calificadas fuentes diplomáticas, podría provocar sonrisas artificiales, ya que la Argentina acumula un superávit de US$ 1935 millones en los primeros nueve meses del año y terminará el año con una ganancia cercana a los 3000 millones de dólares.

Sin embargo, las exportaciones argentinas cayeron el 27% en los primeros ocho meses del año. ¿Mejorará el panorama para los exportadores argentinos con un cambio de gobierno? Hay dos reparos para responder la pregunta por la afirmativa:

El fuerte superávit fiscal que debe alcanzar el gobierno durante el 2003, cercano al 3,8%, y que limitará las perspectivas de crecimiento.

Las necesidades de financiamiento del sector privado, que no tienen el paraguas del acuerdo con el FMI y que son contundentemente más altas que las del Estado federal.

Tratando de escapar a la inevitable lógica de los números, ambos candidatos prometen dedicarle grandes esfuerzos a la relación con la Argentina.

En el caso de Lula, además de fijar al Mercosur como una "política estratégica", se decidió que su primer viaje al exterior tenga como destino Buenos Aires, para reafirmar su compromiso con el bloque regional.

¿Qué rol darle al Mercosur?

La diplomacia argentina confía en que un gobierno del PT intentará consolidar el Mercosur para avanzar hacia un gran acuerdo sudamericano junto a la comunidad andina y, recién más tarde, negociar el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas.

Lula, razonan, sabe más allá de sus berrinches que al final del camino está el ALCA, pero prefiere llegar a esta etapa con suficiente peso específico en la mochila.

Serra, en cambio, buscará priorizar las negociaciones globales y acomodará al Mercosur a esta estrategia, aunque seguramente sus aliados políticos limiten sus sueños. En boca de Gesner de Oliveira, el hombre que diseñó el plan de gobierno del candidato oficialista, no se trata de ser "pro o anti-Mercosur", sino de fijar una agenda concreta de trabajo conjunto entre los dos países para sacar al Mercosur del pantano, sin grandes objetivos.

Lula, según la crítica efectuada por Gesner de Oliveira ante LA NACION, cree que el Mercosur puede imitar en pocos años lo que a la Unión Europea le llevó cuatro décadas, y por lo tanto es mejor pensar en una unión aduanera flexible, con un proceso simple de consultas y de resolución de conflictos.

De Oliveira se siente ahora con más tranquilidad para hablar. Hasta mediad