Juego de presiones y de errores

15deOctubrede2002a las08:08

De la Redacción de LA NACION

"La situación no puede sorprender, ya que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) venía advirtiendo públicamente sobre la necesidad de terminar con el contrabando de ganado, por ser un factor de riesgo para la sanidad de nuestros rodeos en lo referente a esa enfermedad", decía.

Sus advertencias, expuestas en un memorándum dirigido a Rodríguez Giavarini el 14 de agosto de 2000, cayeron en saco roto. Pero, curiosamente, no perdieron actualidad.

Ni vigor, según fuentes de la Cancillería: "En situaciones normales, esto se resolvía con un viaje de un diplomático y de un funcionario del Senasa a Asunción", dijo a LA NACION una de ellas.

Castellano decía en su memorándum, al que tuvo acceso LA NACION, que en 1999 apareció un brote de aftosa en Bolivia, cerca de la frontera argentina.

Una circunstancia parecida, digamos: "En esa ocasión, en forma reservada, se coordinó con las autoridades sanitarias argentinas y las autoridades bolivianas el cerco y la posterior solución del problema con la colaboración argentina -decía en el memorándum-. Y se actuó en forma reservada porque nuestro país, después de varios años de lucha para erradicarla, estaba en proceso de ser declarado libre de aftosa sin vacunación, con la posibilidad de obtener un status que le abriría un enorme campo de acción a su comercio de carnes, lo que se habría visto perjudicado si hubiera habido algún trascendido periodístico".

Paz en La Paz

En La Paz, sin aspaviento ni difusión, quedó todo en paz, entonces.

No esta vez. Ante la decisión del gobierno de Eduardo Duhalde de prohibir el ingreso en el país de productos de origen pecuario paraguayo, su par Luis González Macchi hizo una apuesta de máxima.

Prácticamente imposible de cumplir, según las fuentes diplomáticas argentinas.

Sobre todo por las implicancias que iba tener el retiro del embajador en Buenos Aires, Raúl Nogués, designado e instalado hace apenas un par de semanas, tanto en la relación bilateral como en el Mercosur. Enclenque por sí mismo, sin necesidad de mayores aportes.

La aftosa, sin embargo, vino a meter la cola. Correlato, en realidad, de desaciertos en los años recientes de un lado de la frontera y del otro.

¿Es sólo un problema sanitario o un rollo, o asunto, diplomático? En su memorándum, Castellano parecía no tener dudas de ello: "Si el problema proviene de Paraguay, el tema es responsabilidad de esta Cancillería; si el problema se suscita en zona de frontera, es también tema de esta Cancillería; si el problema es fruto de un contrabando, es también tema de esta Cancillería, y si el tema, en definitiva, es de esta Cancillería, les corresponde en principio tratarlo a la Dirección de Límites y Fronteras y a los organismos jerárquicamente relacionados".

Apuesta de máxima

En principio, al margen de no haber previsto el impacto de la decisión de Duhalde, el pretexto aducido por el canciller paraguayo, José Antonio Moreno, para llamar al embajador a Asunción (lo cual significaba una aparente señal de protesta previa a una aparente señal drástica) no era interpretado ayer por fuentes diplomáticas de Buenos Aires como una amenaza concreta, sino, a lo sumo, como una apuesta de máxima con tal de que el gobierno argentino reviera la medida.

Más allá de eso, Castellano decía hace dos años y dos meses: "Debe comprenderse que un problema fitozoosanitario en la frontera con Paraguay repercute inmediatamente en nuestra relación con Chile, país con el que ha llevado mucho tiempo, esfuerzo y dinero armonizar una relación que posibilite que ingrese el resto de nuestros productos en su territorio, todavía con algunas limitaciones".

De lo que hablaba era de prevención, de modo de hacer sonar alarmas. Alarmas tempranas, decía.