Un llamado de atención para funcionarios y candidatos

03deMarzode2003a las08:15

No faltarán alimentos ni habrá piquetes. Sin embargo, la protesta agropecuaria que se inicia hoy tiene ingredientes que exceden largamente a una simple discusión sobre impuestos. Los propios dirigentes rurales lo admiten: el campo se está moviendo para reposicionarse en el nuevo orden económico posconvertibilidad. Está tratando de marcarle la cancha no solo al Gobierno actual, sino también al próximo.

El dato central de esta movida no es la protesta en sí, sino quiénes la motorizan. De la partida no forman parte solamente los chacareros. El abanico de entidades representa desde la producción a la exportación, del campo al puerto. En la decisión de no vender ni comprar conviven los pequeños productores de la Federación Agraria y los estancieros de la Rural con empresas multinacionales de la talla de Cargill, Bunge o Dreyfus. Los únicos autoexcluidos son los cooperativistas de Coninagro, que a pesar de compartir los reclamos todavía no quieren romper lanzar con el Gobierno.

Algo es seguro: no los une el amor sino el espanto. Para llegar a la protesta, las 26 organizaciones tuvieron que embolsar viejas diferencias ideológicas y, aun así, lograron acordar apenas en un único punto: condenar la "abusiva" presión fiscal que castiga, sobre todo, a la cadena agrícola, la que mayor volumen de divisas aporta a la economía. Esos dólares quizá no resultaban tan importantes durante la convertibilidad, porque valían tres veces menos y a la Argentina todavía no se le había cerrado el crédito externo. Pero hoy son imprescindibles. Hay que "vivir con lo nuestro".