Cultivos de cobertura, unos buenos socios de la directa

Facilitan el control de malezas; mejoran la estructura del suelo; aportan materia orgánica y nitrógeno. Infochacra presenta una técnica que está siendo analizada en detalle por los técnicos de Aapresid

18deJuliode2003a las08:30
Mientras tenía vigencia la labranza convencional se los conocía como abonos verdes. En los ’90, con el avance de la siembra directa y el incremento del uso de los fertilizantes, cayeron en el olvido. Pero ahora, en la primera década del siglo XXI vuelven a despertar el interés de los técnicos agrónomos, para los más avanzados planteos de siembra directa, bajo el nombre de cultivos de cobertura.

La técnica consiste en implantar una especie vegetal entre dos cultivos de cosecha, es decir, durante el período en que el lote se mantiene en barbecho.
 
El objetivo, según señalan los pioneros en el uso de cultivos de cobertura en los EE.UU. -donde se denominan cover crops- es mejorar el control de malezas, aumentar el aporte de materia orgánica al suelo, también el de nitrógeno, agilizar la circulación de nutrientes y disminuir todavía más el riesgo de erosión en aquellos lotes susceptibles.

De hecho, es lo que está probando esta campaña el coordinador técnico de Aapresid, Santiago Lorenzatti, en su campo ubicado 70 km al norte de Rosario. “Implantamos avena, al voleo, en un lote que venía de maíz y que va a ir a soja de primera en la próxima campaña”, comentó este ingeniero agrónomo en diálogo con Infochacra.

La ventana de tiempo que deja el maíz antes de la soja es el ideal para hacer cultivos de cobertura, por su extensión. Al revés, la soja se cosecha más tarde y el maíz se siembra más temprano. En el caso de Lorenzatti, como hace siembras tempranas de maíz la cosecha la realiza a fines de febrero o primeros días de marzo. Una vez recolectado el cultivo, sembró avena al voleo, utilizando una fertilizadora; para esta fecha, la avena tiene unos 30 cm de altura y una buena cobertura del suelo.

“Dejamos un testigo sin cobertura para comparar. La idea es que vamos a medir el agua disponible en el momento en que sequemos la avena, en el momento de la siembra de la soja y, por último, a la cosecha. Por lo pronto, lo que vemos es que la presencia de malezas, como bowlesia y caapiquí, donde sembramos la avena es mucho menor que en el testigo sin cultivo de cobertura”, explicó el técnico.

Agua y actividad biológica

La siembra directa, con los residuos de la cosecha cubriendo el suelo y el barbecho químico optimizaron el manejo del agua en el suelo respecto de la labranza convencional. Los fundamentos técnicos eran que el control químico de las malezas impedía que éstas consumieran el agua del perfil, mientras que la cobertura de rastrojos disminuía la pérdida de humedad hacia la atmósfera.

Los cultivos de cobertura, en cambio, consumen agua del perfil. De ahí que la clave en esta primera etapa de adaptación de la técnica a los planteos productivos argentinos sea el momento en que se debe secar con agroquímicos la cobertura, de tal manera de no afectar la disponibilidad de agua para el siguiente cultivo de cosecha.

“Uno de los motivos que me llevó a probar el uso de cultivos de cobertura es que en las últimas campañas las lluvias estuvieron por encima de lo normal, con lo cual la economía del agua no debería ser una gran preocupación. De todas maneras, y ante las perspectivas de tener un año seco esta campaña, estimamos que vamos a secar la cobertura hacia agosto, cuestión de que quede tiempo como para que el suelo recupere la humedad óptima con las lluvias de primavera”, adelantó Lorenzatti.

Pero además del agua, los cultivos de cobertura interesan porque mantienen la actividad biológica en el suelo, lo cual es favorable a la dinámica del sistema.
 
Esta es una de las últimas tendencias en la siembra directa, que tiene al brasileño João Car