Brutal asalto y torturas a un chacarero

El grado de impunidad que el partido bonaerense de Pergamino ofrece a la delincuencia rural es superlativo y escandaloso, habida cuenta de la cantidad de violentos asaltos que asuelan la zona y que llegaron, no hace mucho, al punto de quemar vivo a un productor. Pese a ello, las autoridades siguen fracasando en su deber de garantizar la seguridad

22deAbrilde2004a las16:37
La campaña de ese distrito registró en los últimos días nuevas incursiones delictivas que hicieron pico el martes 20 en Arroyo Dulce, en la chacra de un socio de Federación Agraria: don Marcelino Sunder, quien resultó brutalmente golpeado por cuatro asaltantes que irrumpieron en su propiedad al anochecer con fines de robo. No conformes con el pillaje, los criminales torturaron a la hermana de Sunder con el paso de corriente eléctrica como método para sonsacarle un dinero que suponían escondido. Algunos días antes, otro productor, en la zona de Pinzón, salvó su vida de milagro cuando una banda de cuatreros intentó quemarlo vivo con el líquido de frenos de su Rastrojero, para que entregara un dinero que imaginaban en la casa.

Por estas horas el país discute qué hacer, azorado ante aberrantes crímenes urbanos, y la agenda política absorbe sin objeciones esa demanda. Pero nadie debería perder de vista que la inseguridad no es sólo un flagelo que acosa a las ciudades. El campo, el interior, también padecen este síntoma de desintegración social que esa misma agenda no previno en el debido momento.

Después de incontables reclamos de la filial local de Federación Agraria a las autoridades políticas, policiales y judiciales de ese partido, Pergamino puede considerarse hoy la capital nacional de la inseguridad rural.

Federación Agraria, en nombre de todos los hombres y mujeres que viven y trabajan en el campo argentino, exige a las autoridades la determinación necesaria de hacer cumplir las leyes y los deberes del Estado. Hoy, estas mismas chacras asoladas por criminales son las que aportan la mayor parte de los ingresos fiscales y las que contribuyen ineludiblemente a sostener la economía. Por lo tanto, es menester que el Estado les devuelva parte de lo que percibe de ellas en seguridad, en garantías para poder seguir produciendo.