Las fábricas ven "imposible" llegar al auto 100% argentino
Afirman que el país no tiene la tecnología necesaria para ofrecer calidad y buen precio.
El empresario es unos de los autopartistas más respetados por sus colegas. Se las ingenió para seguir adelante con su fábrica en los años más difíciles, entre 1999 y 2002, sin tener que echar gente. Pero desde el Gobierno lo acaban de poner de cara a una premisa demasiado extrema, aun para su discurso industrialista. "Si hoy hiciéramos un auto completamente argentino, el resultado sería un Rastrojero, con todo el respeto que me merece ese auto. Pero si el objetivo es fabricar un auto moderno, de calidad y a precio competitivo, es imposible. Hay tecnologías de las que carecemos", dijo a Clarín.
Suele hacer declaraciones en público, pero esta vez pidió el anonimato. Es que el jueves pasado, en Rosario, la presidenta Cristina Kirchner había dicho que "el gran desafío es generar el motor y el auto completamente argentinos".
Hacia mediados de los 90, Franco Macri, entonces dueño de Sevel (que durante una década mantuvo fusionadas a Fiat y Peugeot) se jactaba de construir autos con un 90% de integración local. Ese modelo cambió por completo a partir de 1995: se consolidó un modelo de producción especializado dentro del Mercosur, que cristalizó en una nueva gama de autos de fabricación local, más modernos pero hechos en su gran mayoría con piezas importadas. Con ese modelo producción fue que regresaron al país Fiat, General Motors, Peugeot-Citroen y Renault, Autolatina se escindió Ford y Volkswagen, y se radicó Toyota. La devaluación del real en Brasil, en 1999, aceleró la concentración de la industria autopartista en ese país.