Problemas de oferta y de políticas
El risueño discurso de la Presidenta sobre las bondades del cerdo desnuda otro mensaje: el Gobierno admite el daño provocado a la ganadería por los controles de precios.
La Presidenta encontró una manera risueña de comunicarles a Doña Rosa y al más común de los mortales consumidores del país que, de aquí en adelante, deberán olvidarse de la carne (vacuna) barata.
Con la novedad de que la carne de cerdo mejora la vida sexual de los consumidores o que la de pollo tiene también atributos varios, el mensaje oficial, traducido, indica que será necesario buscar alternativas al asado y a las milanesas de ternera. Una manera elegante, cuando no elusiva, de reconocer que la política oficial de los últimos años en materia de carnes desembocó en algo que los "agoreros de la oposición" venían advirtiendo: fuerte caída del stock productivo, liquidación de rodeos y furibundo rebote de los precios ganaderos. Si hay que encontrar el costado bueno: la intervención presidencial no fue para anunciar una mayor presión sobre los productores de carne vacuna para conminarlos a bajar los precios, sino para alentar la producción y la oferta de productos sustitutos.