Siembra y manejo del maíz: híbridos, plagas, malezas y otras claves para encarar la campaña

La superficie sembrada en 2019 será de al menos 7 millones de hectáreas y se espera una cosecha récord, similar a la de soja. Cinco expertos resumen la actualidad en el monitoreo y el control del cultivo.

Por Diego Mañas

El 2019 será un año bisagra en la producción agrícola argentina. El maíz se consolida como cultivo predominante disputa hectárea a hectárea con la soja. Para este año se espera la mayor cosecha del cereal de la historia: se sostiene el crecimiento de cuatro campañas previas y la superficie sembrada superará en casi 50% a la del 2015.

Con la inversión en el uso y aplicación de insumos por hectárea, donde los productores adoptaron planteos con mayor nivel de tecnología, según la Bolsa de Comercio de Rosario, la el área sembrada con maíz superará las 7 millones de hectáreas.

Esto propone que los pilares tanto de las buenas campañas previas y la que se espera para 2019/2020 tengan que ser optimizadas al máximo para seguir apuntalando el crecimiento del cereal.

Problemática de malezas resistentes

Las malezas resistentes representan el primer mojón a tener en cuenta para la próxima campaña gruesa. Constituyen uno de los factores bióticos adversos de mayor importancia en los cultivos, ya que compiten por agua, luz y nutrientes, son hospederas de patógenos e insectosperjudiciales, generan pérdidas económicas por mermas de rendimiento, menor calidad de granos y aumento en los costos de cosecha, entre otras.

Existen diversas estrategias de control de malezas, ya sean métodos preventivos, físicos, culturales, biológicos, mecánicos o químicos. Sin embargo, durante los últimos 40 años, el control químico con herbicidas ha sustituido en gran medida a las anteriores prácticas de control físicas y mecánicas, contribuyendo significativamente a la alta productividad de la agricultura mundial.

La WSSA (Weed Science Society of America) define la resistencia a herbicidas como la habilidad hereditaria que algunos biotipos dentro de una población adquieren para sobrevivir y reproducirse a determinada dosis de un herbicida, a la cual la población original era susceptible.

Martín Marzetti, gerente del Programa REM (Control de Malezas Resistentes) de Aapresid, describe el panorama actual: “En zona núcleo, como en todo el país se está complejizando el sistema ya que cada año la situación requiere mayor atención por las nuevas malezas resistentes. En maíz hay que tener presente cuales son en cada lote, ya que van a condicionar la estrategia. Las principales son yuyo colorado, rama negra y rye grass resistente, que viene creciendo ya que hay que hacer un manejo distinto en maíz”.

El especialista hace hincapié en la diferencia entre maíz de siembra temprana o tradicional y el tardío, un nuevo modelo productivo que no sigue los lineamientos de las fechas estipuladas convencionalmente.

En temprana el manejo es más sencillo porque arranca antes de la gran explosión de malezas de verano, como el yuyo colorado. Uno arranca con el lote limpio y hay que poner buenos pre-emergentes porque el maíz es muy sensible en los primeros 45 días. Con esa inversión se puede llegar al período crítico limpio de malezas”, apunta el experto.

En tardío, todo el problema sucede antes, en octubre, noviembre o diciembre. El manejo hay que hacerlo antes de la siembra, donde el productor suele descuidarse, y llega la siembra con un problema de malezas grandes, pasadas de tamaño, muchas veces con gramíneas que obliga a hacer graminicidas que trae problemas de fitotoxicidad”, advierte y agrega: “Lo que sí posibilita este modelo, es hacer cultivos de cobertura en invierno para manejar un maíz tardío como sería uno temprano. Es una herramienta muy importante”.

Selección de híbridos

Una de las preguntas más frecuentes de esta época es: ¿Qué híbrido voy a sembrar? El mercado de semillas tiene gran diversidad y oferta varietal. Frente a esta oferta el productor deberá hacer una correcta elección del híbrido a sembrar, ya que esa elección condiciona el éxito del cultivo.

Entre otros aspectos a considerar, Maizar destaca:

  • • el área de siembra,
  • • el tipo de suelo,
  • • las prácticas de labranza,
  • • la humedad de cosecha,
  • • la capacidad de cosecha, secado y almacenaje,
  • • los problemas de control de plagas y
  • • el uso final del grano (¿se usará para silaje, se venderá directamente a consumo o se usará para alimentación animal?)

Se deben tener en cuenta el potencial de rendimiento, para lo cual es fundamental analizar los resultados de ensayos para una misma zona y distintos ambientes; la estabilidad de producción en determinado ambiente (suelo y el clima); las características agronómicas (resistencia a herbicidas, tolerancias, largo del ciclo, dureza de la caña).

Y una recomendación central de Maizar: nunca seleccionar un híbrido sin suficiente información en cuanto a su performance.

 

Fertilización

El tercer aspecto importante a tener en cuenta para lograr un cultivo de alto rendimiento pasa por la fertilización y la importancia del suelo.

El manejo eficiente de la nutrición en el cultivo de maíz es uno de los pilares fundamentales para alcanzar rendimientos elevados sostenidos en el tiempo y con resultados económicos positivos, no sólo en el mismo cultivo de maíz sino también en los que participan en su rotación, ya que, por los elevados volúmenes de rastrojos dejados por el maíz, facilitan el reciclado de nutrientes y mejoran las condiciones físicas del suelo, y cuando el cultivo sucesor es soja, mejora la eficiencia de la fijación simbiótica del nitrógeno.

Los nutrientes que limitan en mayor medida la productividad del cultivo en la Región Pampeana son el nitrógeno, el fósforo y más recientemente el azufre.

Una vez realizado el diagnóstico (en el cual se debería establecer la necesidad o no de fertilizar y en el caso de hacerlo, las cantidades de nutrientes a aplicar), es necesario armar un plan de fertilización ajustado a cada lote. Este plan consiste en la definición de las cantidades y tipos de fertilizantes a aplicar, así como del momento y tecnología de aplicación para satisfacer las necesidades del cultivo.

Oscar Zen, especialista en suelos de la Universidad del Litoral explica: “Si yo manejo sustentablemente el recurso, es decir el suelo, va a rendir más. En eso de manejar el suelo, es fundamental que ese suelo sea vivo todo el año con raíces y si a su vez tengo distintas especies, voy a tener mayor biodiversidad. Esa es la forma de captar agua, tener más micro vida en el suelo y mayor biodiversidad arriba. La sustentabilidad va de la mano de la productividad”.

"En zonas donde hay fósforo, se debería reponer ese nutriente. En una rotación trigo-soja-maíz-soja, el costo de reponer fósforo que se está cayendo en todo el país es de 3 quintales por hectárea por año. No es tan caro. En cuanto al azufre, es fundamental aplicarlo en dosis de 100 o 200 kilogramos por hectárea. En maíz se debe hacer análisis de suelo, y nuevas técnicas como el nitrógeno anaeróbico potencialemente mineralizable para hacer estimaciones. Con eso podemos construir el potencial que tiene el cultivo, la oferta del suelo y cuanto tengo que fertilizar". Así describe Zen lo que se podría hacer y lograr para un buen rendimiento del cereal.

Martín Díaz Zorita, especialista en suelos y miembro de FAUBA y Fertilizar, realiza un análisis actual de los datos de los suelos en zona núcleo en nutrientes: “Lo que se ve es un cambio tendiente a la insuficiencia en toda la región, siguiendo la línea de los últimos 20 años de agricultura. El suelo sigue siendo el sostén de la producción, cada vez más volcado al sostén físico y la oferta de nutrientes empieza a ser más frecuente”.

En diálogo con Agrofy News, Díaz Zorita explica que para el manejo de los nutrientes, es importante la planificación con tiempo y en orden.

"Si bien el productor va a estar pensando cuántos kilos va a aplicar, eso se construye a través de la interpretación que tiene en cuenta la disponibilidad de los nutrientes, la demanda y la decisión. El punto de partida es el diagnóstico, que tiene 3 pilaresla estrategia (pensar qué hacemos y para qué), la oferta (qué recursos tengo o voy a tener) y la demanda (la cantidad de nutriente que necesito para solucionar la estrategia). Es importante no tener miedo a anticiparse a analizar las estrategias. Cuanto más tiempo tenemos, más información vamos a poder procesar para integrar planes alternativos. A la vez tenemos que evitar ajustarnos a un solo modelo de diagnóstico. Cuanta más información tengo, más espectro para la toma de decisiones", sugiere el especialista. 

Hablándoles directamente a los productores, Díaz Zorita dispara: "Empiecen con tiempo. Respondan las preguntas básicas, como ¿para qué?, ¿qué tengo? y ¿qué me falta? Hay que transitar todas las alternativas que estén a su alcance antes de fertilizar, evitando copiar lo que se hizo el año pasado, aunque termine siendo lo mismo y tratando de aprender con datos y números el riesgo de ir por un camino o por otro. Eso es muy propio, no hay receta que diga que si todos hacemos lo mismo sacamos mejor rendimiento, porque varía todo, incluso la logística". 

Control de Plagas

El control de plagas en el cultivo de maíz es un cuarto aspecto a tener en cuenta si pensamos en cereales de alto rendimiento.

Para conocer el estado actual, hablamos con Roberto Peralta, especialista en monitoreo, quien cuenta que la oruga cogollera es a la que hay que prestarle atención durante esta campaña, aunque bajó su incidencia.

Venimos con una caída en la actividad de plagas. No hay tanta presión como hace 10 años atrás. Vemos y confirmamos que hay resistencia en plagas, y el maíz es el que muestra eso. Veníamos tranquilos, con tecnología transgénica (BT) para cogollera y sonó la alerta hace unos años, que al tiempo se volvió resistente a un evento”, apunta y agrega: “Todos los que estamos a campo vemos que ha bajado la tolerancia de los maíces respecto a distintos eventos. Hay uno que se mantiene firme, que es Víptera. Todos los demás han perdido el control cuando recién salieron. Tenemos que replantearnos el manejo. Eso preocupa porque la parte sanitaria no se ve”.

Peralta explica qué hay que hacer para conocer el porcentaje y la incidencia de plagas en nuestros lotes: “En cogollera planteamos una técnica que es contar 100 plantas seguidas. Parece mucho pero no es. De esas 100 plantas, marcamos las que tienen presencia. Eso da el porcentaje e incidencia, donde sacamos el promedio en el lote. La severidad, lo tenemos con escalas. Lo importante es el raspado, donde hay aserrín o donde está el cogollo destruido. Si tenemos un 10% y sé que se va a disparar porque se va a sembrar tarde y pasa a un 30%, hay que aplicar a un 10%. Si estamos en un maíz temprano, cerca de 20%, pero viene tranquilo, hay que esperarlo. Hay que ver la evolución”.

Enfermedades

Roya común y polisora, tizón común, cercosporiosos, bacteriosis foliares, mancha blanca y ocular, mildiu, molicutes, nematodos. También pudriciones de raíz y base de tallo, y de espiga. El nomenclador de las enfermedades que afectan al cultivo de maíz en Argentina es cada vez más amplio y variado.

Y, también, cada vez más complejo de abordar, debido a que la importancia de estas enfermedades varía año a año y de región a región, de acuerdo con las condiciones ambientales y de la susceptibilidad de los materiales sembrados.

Roberto De Rossi, experto del Laboratorio de Fitopatología de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), enfatiza que este es un momento clave para reformular el manejo de enfermedades teniendo en cuenta el fuerte crecimiento que ha tenido la producción maicera, pero que a la vez estuvo acompañado de una proliferación cada vez más grande de patologías detectadas en hojas, tallos, espigas y raíces.

“El desarrollo de estas enfermedades ha seguido una estrecha relación a la evolución del sistema productivo en el país. Modificaciones que procuran estabilidad y aumento de la productividad, también terminan siendo causantes de estas variaciones en las patologías registradas”, señaló De Rossi.

Asimismo, influye la elección de híbridos que no son genéticamente los mejores para los lugares en los que se siembran, y el ascenso de la tendencia a escoger fechas tardías de implantación, que no se acompaña con una fertilización acorde.

En este contexto, De Rossi recordó algunas pautas básicas que hay que seguir para reducir los riesgos de enfermedades, como la selección de variedades tolerantes y resistentes, la utilización de semillas con tratamiento de fungicida, la elección de fechas de siembra que evadan condiciones ambientales predisponentes a enfermedades, y la rotación y fertilización de cultivos.

En tal sentido, recomendó apoyarse en el uso de tecnologías. “Hoy es posible el monitoreo de variables en tiempo real y se pueden solapar distintas capas de información que hacen más sencilla y rápida la toma de decisiones”, enfatizó De Rossi.

Para el especialista en fitopatología, una máxima que hay que recordar es que mejorar el manejo no sólo contribuye en el corto plazo a proteger a los lotes de los patógenos sino también en el largo para hacer más duradera la resistencia genética que poseen los materiales.