El futuro de la Cadena del Maíz: ¿estamos preparados?

El maíz se extiende a lo largo y ancho del país, involucrando a miles de productores, con una importante contribución al Producto Bruto de Argentina.

Por Agustín Tejeda Rodriguez - presidente Congreso MAIZAR 2020

La cadena del maíz ha registrado un crecimiento significativo en los últimos años, ganando protagonismo en el sector agroindustrial. El área sembrada se expandió un 60 % en sólo cuatro campañas. Por primera vez desde la campaña 1996/97, la producción de maíz en Argentina supera a la de soja, alcanzando las 50 millones de toneladas.

Gran parte de la explicación de este crecimiento significativo se encuentra en los cambios en las políticas dirigidas al sector. La eliminación de medidas muy distorsivas para la producción, como derechos y restricciones a las exportaciones, favorecieron la inversión en la cadena al acercar los precios domésticos a los internacionales y brindar mayor transparencia en los mercados. Los productores respondieron rápidamente a los nuevos incentivos, y experimentamos un ciclo de crecimiento histórico para el cultivo.

Cadena del "Gran Maíz"

Actualmente, el maíz se extiende a lo largo y ancho del país, involucrando a miles de productores y una importante contribución al Producto Bruto de Argentina.

De acuerdo a las estimaciones que realizamos en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el Valor Agregado generado por la cadena del maíz - contemplando todos los eslabones desde la provisión de insumos y servicios relacionados, pasando por la producción del grano hasta su primera transformación en la molienda, la generación de energía, la exportación y la producción de animales, incluyendo el transporte y la comercialización – alcanza los 11.700 millones de dólares, con una facturación total que supera los 23.500 millones.

Este aporte es aún mayor si avanzamos en la incorporación de los eslabones de carnes, lácteos y la industria alimenticia, para conformar lo que denominamos la cadena del “Gran Maíz”.

Gracias al significativo incremento de su producción, Argentina exportó la cifra récord de 37,2 millones de toneladas por más de 6.600 millones de dólares en la campaña 2018/19, compitiendo por el liderazgo del mercado global con Estados Unidos y Brasil.

Si sumamos al resto de los productos elaborados en base a maíz, la cadena del “Gran Maíz” supera los 10.600 millones de dólares en exportaciones, explicando el 16 % de las ventas totales del país.

Debe destacarse asimismo el gran aporte que hace el maíz a la sustentabilidad ambiental de los sistemas productivos, favoreciendo el uso más eficiente de los recursos naturales y la conservación de un recurso tan importante como es el suelo. La rotación con cereales ya explica el 45 % de la superficie sembrada en nuestro país.

Aunque estas cifras impresionan, el potencial de la cadena del maíz es muy superior. Por su vínculo con el ambiente y los recursos naturales, su expansión territorial, sus encadenamientos con otras actividades productivas, sus efectos multiplicadores en la producción, las exportaciones y el empleo, sus niveles de inversión en tecnología, y también en I+D especialmente en el cluster de semillas, esta cadena puede tener un rol trascendental en la salida de la crisis económica y el camino hacia una sociedad más sostenible y equitativa. 

La innovación y las nuevas tecnologías son aliados fundamentales en este objetivo. Los avances científico-tecnológicos dan origen a nuevas trayectorias productivas para la generación de productos y servicios, basadas en formas más sostenibles de aprovechamiento de los recursos naturales, que eran imposibles de anticipar hasta hace muy poco tiempo.

Tecnologías 4.0 como Big Data, internet de las cosas, inteligencia artificial y robótica, que conectan el mundo físico con el virtual, son el último ejemplo de esta revolución.

Pero la campaña actual puede marcar un punto de inflexión en la tendencia de los últimos años, poniendo a prueba las bases del crecimiento. El mercado internacional se encuentra afectado por factores de incertidumbre muy importantes, con efectos negativos sobre los precios internacionales.

La caída de la demanda producto de la crisis económica provocada por el Coronavirus, combinada con producciones récord en gran parte de los países, ha resultado en un descenso muy importante de las cotizaciones, que se encuentran a la mitad de los niveles vigentes al inicio de esta década. 

A estos factores se suma la incertidumbre doméstica, provocada por una profunda crisis económica y cambios constantes en las políticas vigentes para el sector, que en el último tiempo han desarticulado el marco que posibilitó el crecimiento, con nuevos aumentos de los derechos de exportación. De hecho, la campaña 2019/20 que estamos transitando ya mostró signos de estancamiento en la superficie sembrada ante los menores incentivos.

Precisamente, para superar los límites que nos pone el mercado internacional se necesita, por el contrario, un marco de políticas que brinde certidumbre y fomente la inversión y las exportaciones. Argentina debe desarrollar una estrategia que incentive la producción y potencie la transformación de este “grano mágico” en alimentos, energía y otros bienes y productos bio-basados de calidad y mejor performance ambiental.

Debe, en ese sentido, promover la conformación de polos regionales de transformación del maíz, como la industria del etanol en la provincia de Córdoba. Además, debe mejorar el acceso de estos productos a los principales mercados a través de negociaciones internacionales.

Congreso Maizar 2020

El próximo 30 de junio, el sector agroindustrial se dará cita una vez más, este año de manera virtual, en el Congreso MAIZAR 2020.

Este evento, organizado por la Asociación Maíz y Sorgo Argentino, será una excelente oportunidad para desafiar a todos quienes formamos parte de estas cadenas. ¿Estamos preparados para superar la actual coyuntura y continuar creciendo, siendo protagonistas de la recuperación económica de Argentina? ¿Estamos preparados para responder a los grandes desafíos que plantea el cambio climático y la conservación de los recursos naturales? ¿Puede el sector agroindustrial, y la cadena del maíz en particular, convertirse en pilar de una estrategia de desarrollo bio-económico basado en las interacciones entre recursos naturales, innovación y nuevas tecnologías?

El punto de partida es inmejorable: gran dotación de recursos naturales, capacidades científico-tecnológicas -especialmente en el campo de la biotecnología-, recursos humanos capacitados, empresarios competitivos, una dinámica de rápida implementación de nuevas tecnologías, adopción de buenas prácticas agropecuarias y una institucionalidad de larga trayectoria.

El futuro depende de nosotros. Los esperamos.