Soja: Los desafíos de la producción

Malezas, enfermedades y fertilización. Factores claves para la toma de decisiones.

Por Diego Mañas

Con su incipiente desarrollo en la década del ’70 y logrando su expansión definitiva dos décadas después, la soja se convirtió en el cultivo estelar en Argentina.

La siembra directa generó nuevos desafíos para el avance de la oleaginosa, donde múltiples factores convergen en la toma de decisiones. Por nombrar algunas, encontramos que el cultivo de soja debe resolver problemáticas de malezas –y malezas resistentes-, enfermedades, fertilización, nuevas opciones en maquinaria para siembra o cosecha, precios de venta y relación insumo-producto.

A esta resumida lista se debe agregar lo que se desprende luego de la cosecha: ¿Qué hacer con los porotos luego de frenar la cosechadora?

 

 

Malezas resistentes

Si nos enfocamos en lo que representa la problemática de malezas resistentes en el desarrollo y cosecha del cultivo, ya que constituyen uno de los factores bióticos adversos de mayor importancia en los cultivos, ya que compiten por agua, luz y nutrientes, son hospederas de patógenos e insectos perjudiciales, generan pérdidas económicas por mermas de rendimiento, menor calidad de granos, aumento en los costos de cosecha, entre otras.

Existen diversas estrategias de control de malezas, ya sean métodos preventivos, físicos, culturales, biológicos, mecánicos o químicos. Sin embargo, durante los últimos 40 años, el control químico con herbicidas ha sustituido en gran medida las anteriores prácticas de control físicas, y mecánicas, contribuyendo significativamente a la alta productividad de la agricultura mundial.

 

Herbicidas

Los herbicidas son productos químicos capaces de alterar la fisiología de la planta causando la muerte o desarrollo anormal de la misma. Los mismos generan su efecto letal actuando sobre un sitio primario de acción y generando una serie de efectos secundarios y terciarios que conllevan a la muerte de la planta. El modo de acción de un herbicida consiste en la secuencia de eventos que ocurren desde que este es absorbido por la planta hasta la aparición de fitotoxicidad. Los efectos fisiológicos afectados por los herbicidas en las plantas pueden radicar en la regulación del crecimiento, inhibición de la división celular, inhibición de la respiración y/o fotosíntesis, o interrupción de procesos metabólicos complejos.

A partir del año 1996, con la llegada y adopción de cultivares de soja RG se descarga todo la responsabilidad del control de malezas a la aplicación de glifosato tanto en barbecho como en post emergencia del cultivo, prevaleciendo tan solo el control químico como eje central de la intervención para la lucha. La consecuencia de estas prácticas es el incremento en el uso de glifosato, en algunos casos mezclado con otros herbicidas como 2,4 D, dicamba o metsulfuron, casi como única herramienta válida de control. Esta intensificación de uso significó aumentar, en los últimos diez años, las dosis y el número de aplicaciones del citado herbicida.

 

Nueva campaña

Para la campaña de soja que se avecina, las perspectivas en cuanto a las malezas resistentes y su control son analizadas por la REM de AAPRESID, además de brindar consejos sobre su respectivo control: “Las malezas de la primavera que motivan las aplicaciones a futuro, son yuyo colorado y rama negra, que se intercambian la posición según la zona. Después las siguen las gramíneas anuales”, explicó Martín Marzetti, gerente del programa.

Además, el especialista detalló en diálogo con Agrofy News las recomendaciones a abordar: “Debemos hacer una distinción en soja de primera y soja de segunda. Tenemos esos dos grandes grupos. En el primero, hay que hacer hincapié en los barbechos, tanto como en el de otoño como en el intermedio o corto que son los anteriores a la siembra. Lo que no se hace ahí empieza a tener dificultades en la siembra. No hay que sembrar con malezas vivas. En soja de segunda, el tema lo solucionó el trigo o la cobertura, y nos ahorramos ese manejo del barbecho intermedio”.

Las resistencias a los herbicidas empiezan a tener cada día mayor preponderancia en los sistemas agropecuarios, y la novedad para esta campaña pasa por rama negra, una de las estrellas de todos los años, y desde la REM lanzaron un alerta roja, ya que se confirmó la resistencia en un biotipo del sur de Santa Fe a inhibidores de ALS, que es un grupo muy importante de herbicidas, muy usado por su control. Marzetti explica: “Creemos que va a cambiar mucho el panorama de los herbicidas usados en los próximos años. No hay que alarmarse, pero hay que estar atento por la dispersión, sobre todo por el viento. Hay que prestar atención a los tratamientos”.

Los costos en dólares por hectáreas, para combatir a las malezas se están convirtiendo en un dolor de cabeza adicional. Esos costos empiezan a parecerse a los de los principios de los años 90, donde la siembra directa dio el despegue, y los costos tenían alto porcentaje de incidencia de horas de trabajo. El director de la REM de AAPRESID alerta: “Hicimos un relevamiento de costos para averiguar cuánto están gastando y en qué herbicidas. Nos dio que para soja de primera estamos superando los 80 dólares en promedio. Eso quiere decir que volvemos a precios de hace más de 15 años. Para soja de segunda, eso baja a la mitad”.

 

¿Fertilizar la soja?

El objetivo de una fertilización es satisfacer los requerimientos de nutrientes del cultivo en las situaciones en las cuales el suelo no puede proveerlos en su totalidad. Estos requerimientos no son fijos, sino que aumentan con el rendimiento. Hace años que en la región pampeana la soja se cultiva prácticamente sin fertilización fosforada, o con dosis que no compensan la exportación de fósforo en el grano.

El rendimiento del cultivo de soja, como el de otros cultivos, se puede descomponer en número de granos y peso individual de los granos. La caída en los rendimientos producto de una deficiencia de fósforo (P), se debe en general a una disminución en el número de granos. El número de granos del cultivo de soja se determina durante la formación de las vainas, esto es, entre floración y el comienzo del llenado de los granos. Para poder maximizar el rendimiento, es importante que durante esta etapa el cultivo pueda hacer un uso eficiente de los recursos del ambiente disponibles, como por ejemplo la radiación solar.

La erosión ha estado disminuyendo los nutrientes del suelo por la adopción masiva de siembra directa y la asignatura pendiente que tenemos es mejorar la siembra que estamos haciendo a través de gramíneas en la rotación maíz-trigo. Eso se va a haciendo poco a poco. Hay regiones que están mejores, pero en general la situación ha ido mejorando fundamentalmente por los precios de los granos y la mejora en la renta de los cultivos de gramíneas.

Desde lo químico, en los últimos años ha aumentado mucho la producción de granos, y el uso de fertilizantes, pero aun con un déficit en aplicaciones de nutrientes, fundamentalmente nitrógeno, fósforo y azufre. Esto está asociado a la falta de reposición de nutrientes de parte de los productores. Se calcula que en fósforo se repone entre un 30% o 40% de los nutrientes que nos llevamos, en azufre un monto similar y en nitrógeno algo menos ya que tiene características particulares.

Es por esto que consultamos a Agustín Bianchini, especialista en fertilización, quien explica que la soja es un cultivo que quizá productores y técnicos creen que si lo comparamos con maíz y trigo, no se debe fertilizar. “Si dejamos de hacerlo, con el tiempo los rendimientos empiezan a reducirse”. Parte de esa falta de caída en los rendimientos de soja se deben a que el productor no lo ve por la mejora genética, que hace que la capacidad de producción aumente. Bianchini describe: “Es difícil ver una pérdida significativa asociada con la no fertilización. Lo que se ve es que cuando los nutrientes empiezan a faltar, el rendimiento empieza a caer. La recomendación es fertilizar la soja, y una de las posibilidades es pensar fertilizar el maíz o trigo, y que la soja aproveche la fertilidad residual. A veces se aplica la dosis que necesita el trigo, y no se fertiliza la soja”.

 

Sobre esta necesidad del suelo y del cultivo, el especialista recomienda: “La estrategia a utilizar es estimar lo que necesita el trigo y la soja, y aplicar lo suficiente en trigo. Ese es uno de los errores que se cometen, pensando que fertilizando sólo el trigo también lo hace en soja. Hay que contemplar lo que necesitan ambos cultivos. Hay que fertilizar contemplando a la soja como parte de la rotación”.

Otro especialista en el tema, Fernando Salvagiotti, del INTA Oliveros analiza las opciones a tener en cuenta para lograr una soja de alto rendimiento a través de la fertilización: “Tenemos deficiencia de nutrientes. Una soja de alto rendimiento no nace sola, sino que está cultiva en lotes con buen manejo para que se manifieste el rendimiento. Ahí tenemos que acompañarlo con nutrientes. Pero cuando aplicamos fertilizante, inhibimos el proceso de fijación, y si reemplazamos una fuente por otra no conviene. Estamos investigando, pero se debe partir de una buena inoculación acompañada de los demás nutrientes. La soja de alto rendimiento es como un auto que está andando a full, al que no le puede faltar el combustible, y los nutrientes son el combustible para poder producir”.