A separar la paja del trigo
Un experto estado-unidense visitó el país y desmitificó algunas creencias de los mercados de granos.
10deSeptiembrede2011a las08:30
En la historia de la agricultura mundial, algunos mitos influyeron sobre el desarrollo de políticas agropecuarias que en la actualidad merecen ser, al menos, revisadas.
Según Stanley Thompson, PhD. de la prestigiosa Universidad de Cornell, EE.UU., y profesor de mercados internacionales y políticas de agronegocios de la también reconocida Universidad de Ohio, quien estuvo recientemente en Rosario, hay particularmente dos mitos de la agricultura que son obsoletos y deberían ser desterrados.
El primero es el que dice que a moneda constante, los precios de los commodities y de los alimentos tienen una tendencia bajista en el tiempo; es decir, que descienden progresiva e inexorablemente.
Este mito, correspondido durante décadas con lo sucedido en la realidad, está sufriendo un revés en los últimos tiempos. Incluso, según el experto, seguirán aumentando a una tasa del 1% anual.
La importancia de enfrentar este mito reside en que sobre él descansan los pilares históricos que determinaron la necesidad de brindar ayudas y subsidios a la producción, elemento central del reclamo de los productores latinoamericanos ante la Organización Mundial del Comercio durante los últimos 15 años.
La explicación del reclamo es simple: si la producción de algunos países recibe ayudas y protecciones, el resto de los que producen ese bien o servicio se ven afectados.Esta pérdida de competitividad llega a ser gravísima en ciertos casos.
Thompson estuvo en el Seminario Internacional “Las políticas agropecuarias y de comercio exterior en la Argentina y EE.UU.; mitos, valores, objetivos, instrumentos y resultados”, que se realizó recientemente en Rosario, organizado por la Maestría en Agronegocios de la Universidad Austral.
El otro mito citado por el profesor es el que reza que “los programas de ayuda a la producción son el precio que deben pagar los consumidores para asegurarse la provisión de alimentos”, según remarcó el especialista.
La ironía está en que ese mito y las políticas relacionadas surgen en 1933 en plena crisis mundial, con una caída abrupta de los precios internacionales de los commodities (idéntica fecha a lo sucedido en Argentina, año en el que se crea la Dirección Nacional de Elevadores de Granos).
Pero en un marco como el actual, en el cual los precios están en altos niveles históricos, las ayudas y subsidios podrían ser evitados sin afectar la productividad ni la renta en la producción de granos.
Lo cierto es que para Stanley estos mitos no son reales, aunque se sigan viendo reflejados en las políticas aun vigentes.
En este sentido, comentó que actualmente en los Estados Unidos existen diversos programas de soporte a la producción, que el gobierno tiene poco margen de maniobra para cambiar, a pesar de la coyuntura de precios favorables y las tendencias alcistas, que crean una excelente oportunidad para analizarlos seriamente.
Según Stanley Thompson, PhD. de la prestigiosa Universidad de Cornell, EE.UU., y profesor de mercados internacionales y políticas de agronegocios de la también reconocida Universidad de Ohio, quien estuvo recientemente en Rosario, hay particularmente dos mitos de la agricultura que son obsoletos y deberían ser desterrados.
El primero es el que dice que a moneda constante, los precios de los commodities y de los alimentos tienen una tendencia bajista en el tiempo; es decir, que descienden progresiva e inexorablemente.
Este mito, correspondido durante décadas con lo sucedido en la realidad, está sufriendo un revés en los últimos tiempos. Incluso, según el experto, seguirán aumentando a una tasa del 1% anual.
La importancia de enfrentar este mito reside en que sobre él descansan los pilares históricos que determinaron la necesidad de brindar ayudas y subsidios a la producción, elemento central del reclamo de los productores latinoamericanos ante la Organización Mundial del Comercio durante los últimos 15 años.
La explicación del reclamo es simple: si la producción de algunos países recibe ayudas y protecciones, el resto de los que producen ese bien o servicio se ven afectados.Esta pérdida de competitividad llega a ser gravísima en ciertos casos.
Thompson estuvo en el Seminario Internacional “Las políticas agropecuarias y de comercio exterior en la Argentina y EE.UU.; mitos, valores, objetivos, instrumentos y resultados”, que se realizó recientemente en Rosario, organizado por la Maestría en Agronegocios de la Universidad Austral.
El otro mito citado por el profesor es el que reza que “los programas de ayuda a la producción son el precio que deben pagar los consumidores para asegurarse la provisión de alimentos”, según remarcó el especialista.
La ironía está en que ese mito y las políticas relacionadas surgen en 1933 en plena crisis mundial, con una caída abrupta de los precios internacionales de los commodities (idéntica fecha a lo sucedido en Argentina, año en el que se crea la Dirección Nacional de Elevadores de Granos).
Pero en un marco como el actual, en el cual los precios están en altos niveles históricos, las ayudas y subsidios podrían ser evitados sin afectar la productividad ni la renta en la producción de granos.
Lo cierto es que para Stanley estos mitos no son reales, aunque se sigan viendo reflejados en las políticas aun vigentes.
En este sentido, comentó que actualmente en los Estados Unidos existen diversos programas de soporte a la producción, que el gobierno tiene poco margen de maniobra para cambiar, a pesar de la coyuntura de precios favorables y las tendencias alcistas, que crean una excelente oportunidad para analizarlos seriamente.