Balas de plata en la historia de los defensivos agrícolas

Agricultura sustentable. La experiencia indica la necesidad de combinar diferentes tecnologías de manejo.

Balas de plata en la historia de los defensivos agrícolas
11deOctubrede2013a las08:24

El uso de plaguicidas en agricultura parece signado por esta dicotomía. Cuando apareció el DDT, su uso para eliminar los mosquitos transmisores de la malaria significó que el químico suizo Paul Hermann 
Müller recibiera en 1948 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.

“El insecticida” que todo o casi todo lo podía –en salud pública para eliminar los mosquitos vectores de enfermedades, y en agricultura para el control de plagas– fue la primera “bala de plata”.

Efectos colaterales

No obstante, pronto aparecieron lo que hoy llamamos efectos externos (secundarios, colaterales), propios de las tecnologías modernas.

Estos efectos no son el objetivo de su aplicación, pero impactan en la salud y/o el ambiente. Y así ocurrió entonces con los insecticidas órgano clorados, que hasta resultaron en el Acuerdo de Estocolmo para prohibir o restringir su comercialización y usos.

Como no podía ser de otra manera, la mayoría de los países del mundo adhirieron, y muchos olvidaron que la malaria aún causa por lo menos un millón de muertes cada año (la mayoría niños) y más de 500.000 infectados quedan incapacitados para una vida normal.

Claro, el 85 por ciento de las muertes ocurren en países pobrísimos del África subsahariana. Mientras se discute qué hacer, Bill Gates donó 168 millones de dólares para desarrollar una vacuna contra la malaria, cuando en aquel recordado Salón de Tecnología, Entretenimiento y Diseño (TED) en Long Beach (California), liberaba ante el estupor de los presentes (empresarios, políticos y artistas), los mosquitos contenidos en un frasco para mostrar a los presentes cual era el vector de la malaria. Como ocurre frecuentemente, los mosquitos murieron entre aplausos.