En el campo, sin Moreno y con Capitanich, nada será igual al pasado
Moreno no llegó a desafiar la ley de gravedad, es cierto, pero protagonizó pulseadas imposibles contra el sentido común, como la de pensar que una política de desaliento sistemático a los productores puede generar un aumento de la producción.
Se fue del Gobierno el funcionario que más daño causó al campo en toda su historia. Entra como jefe de Gabinete, pero con la impronta de un primer ministro, un gobernador preocupado por la salud de la economía, la inflación, las economías regionales y que piensa trabajar en el Plan Agropecuario 2020 "con todos los sectores y todos los actores". Estos datos son aún insuficientes para dar vuelta la página en la relación del campo con el Gobierno, pero generan un lógico cambio de expectativas.
Como balance a Guillermo Moreno le cabe eso de "quiso hacer mucho bien y también mucho mal. Todo el bien que quiso hacer lo hizo mal, pero todo el mal lo hizo bien". Vale la pena repasar el sistema de creencias del ex secretario de Comercio porque, a pesar de los fracasos, es compartida por una buena parte de la clase política. Aunque seguramente no le puedan copiar los modales. Por su fe, ciega e ignorante, en el triunfo de la voluntad por sobre cualquier condición que establezca la realidad o la ciencia, le bastaron siete años para consumar una colosal obra de destrucción del aparato productivo. Actuó como un personaje salido de un cómic que rompe todo lo que tiene cerca, incluidos los 11 millones de cabezas vacunas y la pérdida de hectáreas de cualquier cultivo que no sea la soja. Sólo quedó en pie la Mesa de Enlace a pesar de todo el empeño puesto en dividirla. Y a Carlos Garetto, presidente de Coninagro, no lo pudo desbancar de la entidad a pesar de la fuerte presión que ejerció durante cuatro meses sobre las cooperativas asociadas. No por nada Garetto se paseaba como un triunfador la noche de la entrega de premios a la Excelencia Agropecuaria apenas conocida la noticia de la salida del funcionario.
Moreno no llegó a desafiar la ley de gravedad, es cierto, pero protagonizó pulseadas imposibles contra el sentido común, como la de pensar que una política de desaliento sistemático a los productores puede generar un aumento de la producción.