Una apuesta industrial que acompaña el desarrollo de la ganadería del Norte
Es una de las pocas plantas construidas de cero en los últimos años; la iniciativa atrajo otras inversiones que van conformando un verdadero polo cárnico.

"Iniciamos la construcción de la planta en 2008, por entonces el mercado mundial de carnes venía muy bien. La terminamos en diciembre de 2009, cuando empezaba el peor momento de las últimas décadas. Hubo un fuerte aumento en el precio de la hacienda, el consumo interno cayó más del 30% y se retrajo la exportación. Muchas industrias cerraron y para nosotros fue muy difícil transitar el primer año, año y medio", recordó Ricardo Schiavoni, Director del frigorífico Forres-Beltrán, ubicado en Forres, Santiago del Estero.
La historia comenzó en 2007, cuando el Grupo Beltrán, con varias unidades en Córdoba y Catamarca, vendió una de ellas a una firma brasileña. Con una larga trayectoria en la comercialización de hacienda y de carne en el NEA y el NOA, el Grupo resolvió expandirse en la región y construir un frigorífico nuevo de última tecnología.
"Veíamos cómo que se corría la frontera ganadera ante el avance de la soja y muchos productores pampeanos venían a criar y terminar hacienda al Norte. Además, no había frigoríficos de envergadura en la zona, la carne se traía de afuera. Entonces, decidimos invertir para abastecer el consumo y exportar", explicó Schiavoni.
"Elegimos Santiago del Estero porque su ley de promoción industrial es muy beneficiosa. La obra se hizo con capital propio y con un crédito de orden nacional", aclaró el empresario.
La planta tiene capacidad para faenar 1000 cabezas diarias y toda la operatoria se maneja mediante una central de computación que regula la velocidad de las norias, el frío, el aire y el vapor. "La principal innovación es el sistema de frío, único en el país, que evita que la res pierda humedad, optimizando su rendimiento y la durabilidad de la carne", señaló Schiavoni.
Las cámaras de maduración tienen un software que programa los ventiladores para que disminuyan su velocidad en función de la temperatura de la res y, al mismo tiempo, baje la humedad del ambiente hasta el punto óptimo. "Así, se limita la carga bacteriana y aumenta la durabilidad del producto", explicó Guido Benseñor, Gerente de Calidad de Forres-Beltrán.
Y aclaró que "en las cámaras tradicionales no se regula la velocidad del aire. A veces, la pérdida de humedad es excesiva y, con el correr de los días, los rendimientos merman. Con nuestro sistema, en cambio, se optimiza el rinde porque la merma es 1,2% menor".