“Aguantar” y esperar a que aclare
Una empresa familiar invirtió en un planta de extrusado para agregarle valor a la soja. Pero la rentabilidad se derrumbó cuando el Gobierno intervino el mercado del biocombustible.
Valor agregado no es siempre sinónimo de agregado de valor. Todo depende, además, de que las condiciones sean las adecuadas en el escenario económico y productivo. Eso es lo que descubrió Eldo Filipuzzi al comenzar a operar una planta extrusadora de soja.
Filipuzzi, miembro del CREA Cañada Seca, integra una empresa familiar agropecuaria junto a sus dos hermanos. Tienen 600 hectáreas propias y alquilan otro tanto en campos de la zona (ubicada en el extremo noroeste de la provincia de Buenos Aires, en el límite con la provincia de Santa Fe y muy cerca de Córdoba). Además de agricultura, son fierreros de toda la vida: brindan servicios de siembra y cosecha.
La seca del ciclo 2008/09 les pegó duro. En ese momento comprendieron que debían diversificarse para blindar la empresa del próximo golpe climático. Luego de una extensa investigación, decidieron montar una planta extrusadora de soja que comenzó a funcionar a mediados de 2012.
El extrusado es un procedimiento que desmenuza los porotos de soja rompiendo las celdas que contienen el aceite. Luego se procede al prensado, que permite separar aquel del expeller, un subproducto con alto contenido de proteína apto para la alimentación animal.