Bajo el agua, en Dolores se quejan por la falta de obras
El agua apenas ha bajado, pero ya exhibe lo que había ocultado en las últimas jornadas. Los productores afirman que no se dragaron bien los canales.
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Con las botas que se le hunden en el barro, Agustín Calabrese pasa del otro lado de la tranquera, esquiva el enésimo charco y muestra la primera de las vacas que murieron esta semana en el campo de su abuela. "Allá hay otra más", dice, y señala el bulto marrón que se ve al lado de decenas de animales que componen el rodeo de estas tierras, a la vera de la ruta 63, en el límite con el casco urbano norte de esta localidad.
El agua apenas ha bajado, pero ya exhibe lo que había ocultado en las últimas jornadas: cientos de cabezas de ganado que no pudieron sobrevivir a las correntadas o, con mayor dosis de agonía y sufrimiento, a la falta de alimento, porque lo poco que había de pasto quedó cubierto o se convirtió en lodazal. En esos lotes hay tanto vacas como crías, estas últimas, nacidas o a punto de nacer.
La resignación domina entonces el clima de los vecinos de éstos y otros distritos del centro de la provincia, castigados por una inundación como aseguran no haber visto en casi 30 años. La última de magnitud, según recuerdan los dolorenses, databa de 1985. Pero ubican como la peor y más dura otra más lejana, allá por 1980.
