El productor deberá elegir el mejor híbrido para su zona

Ante una coyuntura en la que el precio del maíz está muy bajo y la rentabilidad ha descendido -situación que se agrava en el caso de campos arrendados-, el productor debe adoptar sus decisiones de cara a la próxima campaña. 

Desde la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), Daniel Gamboa, coordinador del Proyecto Maíz y Sorgo, traza un panorama sobre las variables que entran en juego para el productor maicero, entre ellas fecha de siembra, eventos biotecnológicos, densidad y -más allá de las circunstancias- los beneficios que la rotación le aporta a los campos.

“Una ventaja del maíz, respecto de la soja, es que la siembra puede esperar un poco más y, por lo tanto, el productor puede medir el agua con que cuenta. Cuando los años se presentan difíciles, con baja rentabilidad y pronóstico desfavorable, hay que apelar a la mayor cantidad de información posible y ser muy precisos en la elección del cultivar”, dijo. “Existe una variedad de híbridos que han sido presentados por la Eeaoc en el XIV Taller realizado en octubre, y ellos le aportan al productor una grilla importante; no hay un solo híbrido recomendado para todos los lugares, pues cada uno de ellos exhibe fortalezas y debilidades”, explica Gamboa.

Comenta que el productor debe elegir “con cuidado y teniendo en cuenta los riesgos de cada zona, lo cual influirá en la cantidad de maíz a sembrar”. Conocemos las ventajas del maíz como un muy buen aliado de la soja. “Mi consejo, para no desestabilizar el sistema, es pensar seriamente en no dejar de hacer maíz. Obviamente, que la situación económica llevará a pensar cuánto. Eso depende de cada situación o lugar. Hay campos con problemas de altos costos en la soja por plagas y enfermedades, en los que la rotación prácticamente ‘cambiando la plata’ es necesaria”.