La balanza no tiene piedad con los malos hábitos alimentarios

Un trabajo realizado por profesionales del Cepea recomienda un esquema de alimentación saludable y compatible con los agronegocios de perfil exportador.

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El estudio tiene implicancias en la salud de los argentinos pero también en la producción de los distintos alimentos que necesitan de políticas diferenciadas.

El estudio tiene implicancias en la salud de los argentinos pero también en la producción de los distintos alimentos que necesitan de políticas diferenciadas.

31deEnerode2015a las08:43

La población argentina consume proteína en exceso. Su dieta típica se sustenta fundamentalmente en grandes ingestas de carne vacuna de alto contenido graso, pollo, pan, harinas sumamente refinadas, fiambres, embutidos y bebidas azucaradas. La contraparte es que consume pocas hortalizas, frutas, legumbres, leche y derivados de cereales de buena calidad nutricional.

Estos malos hábitos imponen el cambio por un esquema de alimentación saludable y compatible con los agronegocios de perfil exportador. Así lo entendió un grupo de profesionales del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea), en un trabajo titulado "Comer saludable y exportar seguridad alimentaria al mundo". La presentación ganó el Premio a la Excelencia Agropecuaria LA NACION-Banco Galicia en la categoría Mejor Trabajo de Investigación, edición 2014.

Sus autores fueron los licenciados en Nutrición Sergio Britos, Agustina Saraví y Nuria Chichizola, director, directora asociada e investigadora, respectivamente, del Cepea, un espacio de investigación y consultoría estrechamente vinculado con la Escuela de Nutrición y con el Programa de Agronegocios de la Facultad de Agronomía, ambos de la Universidad de Buenos Aires.

"La Argentina dispone de los fundamentos necesarios para ser competitiva, no sólo en producir alimentos, sino en desarrollar las bases de una nutrición saludable para nuestra población y para un mundo demandante de alimentos", dijo Britos.

El estudio tiene implicancias en la salud de los argentinos pero también en la producción de los distintos alimentos que necesitan de políticas diferenciadas. Algunas demandan de un estímulo para aumentar su consumo interno y otras, con producciones superavitarias, requieren que se les abra las puertas de la exportación.

De la investigación surge que, en términos generales, la disponibilidad de alimentos en la Argentina es plena y tiene niveles superiores a los requerimientos de su población. Es de 3000 calorías diarias por persona en promedio, 750 más que lo requerido. Pero cuando se analiza en detalle los distintos aspectos de la alimentación es cuando aparecen los desequilibrios. El primero de ellos es que la población argentina consume y también se le suministra proteína en exceso: cien gramos diarios cuando se recomiendan 60 gramos.

Según Britos, "los argentinos comemos mal, tenemos brechas importantes por superar y parte de ellas, paradójicamente, pueden favorecer más exportaciones".