Fue contundente el paro contra el pago de Ganancias y el Gobierno sintió el golpe
La alianza sindical que convocó la medida celebró, pero Cristina negó cambios en el impuesto y denunció el paro como político. Por falta de transporte fue casi nula la actividad.
El Gobierno recibió el golpe al punto que la propia Presidenta y por cadena nacional asumió personalmente el repudio oficial contra la huelga.
La imagen, inapelable, fue ayer la de un país paralizado, casi como un domingo. La contingente alianza sindical que promovió la cuarta huelga general contra la administración de Cristina Fernández, festejó la contundencia de la protesta, que se sostuvo especialmente en el parate absoluto del sistema de transporte, y llevó a los sectores gremiales más entusiastas a amenazar con una profundización de su ofensiva, que se traduciría en una nueva medida, de 36 horas, para fines de abril.
El Gobierno recibió el golpe al punto que la propia Presidenta y por cadena nacional asumió personalmente el repudio oficial contra la huelga. "Me siento con espaldas para bancarla", dijo, desafiante, Cristina en medio de un acto en La Matanza, clausurando cualquier expectativa respecto a inminentes cambios en el impuesto a las Ganancias, principal fundamente de la huelga.
Es más: en línea con el tenor discursivo impuesto por sus colaboradores directos, la mandataria machacó con la idea de que el paro privilegió la defensa de los intereses de los trabajadores con salarios más altos (el 10% alcanzado por el impuesto) y ahondó en la denuncia de la esencia política de la protesta. "Se trata de oposición", apuntó.
El fervor que invadió a los promotores de la protesta no logró ocultar, sin embargo, que el solidez del acatamiento al paro estuvo lejos de explicarse por la cohesión de la alianza que lo llevó adelante. Las diferencias en el colectivo sindical aparecieron apenas quedó garantizado el éxito de la medida.