Árboles y agua, un romance necesario
Los árboles son una pieza clave para la salud del ambiente y para la economía humana. Por otro lado, el agua es una pieza clave para la vida de nuestro planeta. La relación de ambos puede mejorar o deteriorar nuestro hábitat, si no tenemos en cuenta algunos conceptos.
La producción forestal con especies de rápido crecimiento puede implicar un impacto negativo sobre los recursos hídricos locales.
El uso que históricamente se ha hecho de los bosques nativos, ecosistemas pilares para el funcionamiento del sistema ecológico global y regional, ha sido amplísimo. Dada su importancia en la regulación del clima y del ciclo del carbono, así como para el mantenimiento de la biodiversidad terrestre, la sociedad vislumbra la importancia de su conservación reemplazando su función de provisión de madera y fibras por plantaciones forestales. Como consecuencia de ello, éstas pasan a ser decisivas en la satisfacción de las demandas crecientes de la sociedad sin exponer a los bosques nativos a su sobreexplotación.
La actividad forestal basada en el cultivo de árboles tiene sus propios desafíos en el marco de la sustentabilidad, entre los que el “agua”, como recurso natural, cobra especial relevancia (si bien no es el único). Estos dos integrantes del bioma –árboles y agua- poseen una relación recíproca: para producir madera hace falta agua, y la vegetación arbórea impacta los ciclos hidrológicos. Así, la escasez de este recurso genera mermas en la productividad, impactando en la sustentabilidad económica de la actividad.
Por otro lado, la producción forestal con especies de rápido crecimiento puede implicar un impacto negativo sobre los recursos hídricos locales, amenazando la sustentabilidad en términos ambientales.
¿Problemas para los recursos hídricos?
Las especies de rápido crecimiento, es decir aquellas que normalmente se utilizan en plantaciones forestales con fines comerciales, pueden utilizar varios miles de litros de agua por día y por hectárea, pero menos del 2% de esa agua queda retenida en la biomasa de los árboles. La gran mayoría del agua circula desde el suelo por el árbol y vuelve a la atmósfera, formando parte del ciclo del agua.
Los árboles, en general, poseen raíces profundas que pueden hacer un uso más exhaustivo de los recursos hídricos disponibles en el suelo, en comparación con la vegetación herbácea (pastos, cultivos agrícolas), alcanzado en algunos casos la capa freática (o napa).