Fitosanitarios a través del tiempo

Desde el momento en el cual se comenzaron a cultivar plantas para generar alimentos, fue necesario combatir las diferentes plagas y enfermedades que pueden afectarlas, pero este proceso fue variando con el tiempo. ¿Querés saber cómo?

La aparición de los productos fitosanitarios permitió importantes mejoras en la agricultura moderna.

La aparición de los productos fitosanitarios permitió importantes mejoras en la agricultura moderna.

19deJuliode2016a las12:30

Mucho tiempo antes de la aparición de los productos fitosanitarios, la agricultura se basaba en producciones de poca extensión de tierra donde las malezas eran controladas mediante la eliminación manual de los diferentes individuos que se observaran en el lote, utilizando el azadón o escardillo como principal herramienta.

Por supuesto, en muchos casos, ciertas malezas se “escapaban” al control manual y permanecían en el lote afectando los rendimientos de los cultivos.

Posteriormente, de acuerdo a un relevamiento de Casafe (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes), comenzaron a aparecer diferentes máquinas que permitieron aumentar las extensiones de tierra a cultivar en un mismo período. Estas generan la remoción del pan de tierra, invirtiendo la misma, eliminando las malezas presentes en el lote y provocando la muerte de algunas plagas animales.

A su vez, al movilizar el suelo aumentan la porosidad y aireación del mismo, generando una cama de siembra apta para las semillas.

Algunas de las máquinas utilizadas para controlar las malezas eran, y siguen siendo, ya que en algunas zonas aún se continúan utilizando, los arados. Éstos podían ser de reja y vertedera, de cuchillas o de discos. En un principio eran trasladados mediante el uso de la fuerza animal, tirado por bueyes o caballos. Posteriormente, fueron trasladados mediante el uso de tractores.

Desventajas o dificultades del arado

Algunas de las dificultades que presentaba su uso es que para poder utilizarlas, el suelo debía encontrarse a capacidad de campo; es decir, con la humedad justa para que la tierra pueda ser removida, generando el efecto deseado y controlando las malezas, pero sin destruir la estructura del mismo.

En los casos en los cuales el suelo se encontraba demasiado húmedo podían generarse rupturas en la estructura del suelo afectando la posterior fertilidad y establecimiento del cultivo a sembrar. En ciertas ocasiones era necesario también utilizar una “rastra” la cual era una especie de rastrillo que permitía desmenuzar los posibles terrones de tierra que haya dejado el arado tras su paso.

Otra desventaja de este método consistía en que sólo podía utilizarse previo a la siembra. Es decir, que si el control no era el adecuado en ese momento, una vez emergido el cultivo no podía volver a controlarse la presencia de malezas; por lo cual los rendimientos de los cultivos se veían afectados posteriormente.

Otro aspecto importante es que al invertir y movilizar el pan de tierra, se producía una gran pérdida de humedad, exponiendo al suelo a la erosión por aire o agua, lo que generó, sobre todo en la pampa ondulada, importantes pérdidas de suelo. La necesidad de pasar con varias maquinarias también influía en la cantidad de combustible que era utilizado.