La propuesta del INTA para reducir brechas rendimientos

Mientras la demanda mundial de alimentos aumenta, el manejo sustentable de los suelos es uno de los principales desafíos. La caída de los niveles de nutrientes plantea una gran limitante.

El análisis de suelos y el monitoreo oportuno son herramientas fundamentales para tomar las mejores decisiones.

El análisis de suelos y el monitoreo oportuno son herramientas fundamentales para tomar las mejores decisiones.

29deNoviembrede2016a las11:57

Mientras la demanda mundial de alimentos aumenta, el manejo sustentable de los suelos es uno de los principales desafíos. Una mayor producción de granos está ligada al incremento en el consumo de nutrientes. En la Región Pampeana, la caída de los niveles de materia orgánica y el balance negativo de nutrientes, como fósforo, nitrógeno y potasio, constituyen dos de los problemas de suelos más relevantes. En este sentido, la intensificación, la rotación de cultivos y la fertilización aparecen como prácticas de manejo estratégicas para reducir la brechas rendimientos.

De acuerdo con Rodolfo Gil, especialista en conservación y manejo de suelos del INTA,  el suelo para los cultivos es como un almacén que provee dos elementos esenciales: agua y nutrientes. Además, “es un regulador de los procesos que definen su disponibilidad según las condiciones ambientales y el manejo que hacemos. Muchas veces olvidamos que es un recurso frágil que requiere protección y uso responsable”, advirtió.

Suelos en degradación

Según Gustavo Ferraris, especialista en nutrición de cultivos del INTA Pergamino –Buenos Aires–, “en los últimos años, los suelos de la región pampeana sufrieron un proceso de degradación debido a la subfertilización y a la realización de un único cultivo. De todos modos, prácticas como la siembra directa y la rotación permitieron mejorar y amortiguar estos efectos”.

Por esto, “es fundamental revertir la disminución de los contenidos de materia orgánica y de nutrientes de los suelos de la región para recuperar su capacidad productiva y reducir las brechas de rendimientos”, aseguró Gil.

Así, las estrategias deberán estar enfocadas en la intensificación (más cultivo por unidad de superficie y tiempo), la rotación de cultivos y la fertilización. “La materia orgánica no se puede comprar, hay que fabricarla”, analizó Gil y aseguró: “Para incorporarla al suelo, la única manera de hacerlo es secuestrando más carbono de la atmósfera a través de la fotosíntesis de las plantas; esto quiere decir que es necesario mantener el suelo ocupado durante la mayor parte del año en la medida que la oferta de agua de la región lo permita, evitando los monocultivos”.