Más del 50% del maíz argentino se sembró en fechas tardías en la última campaña
Lo aseguró Juan Lariguet, gerente de Semillas de Dow AgroSciences Argentina. Los desafíos de la agricultura argentina lo incluyen como un sistema cada vez más consolidado.
¿Es posible obtener altos rindes de maíz tardío?, fue una de las preguntas que se planteó en el congreso.
La ecofisiología clásica sostiene que el maíz sembrado temprano es el que puede obtener el mayor potencial. “La diferencia se da cuando se interactúa con el ambiente y se trabaja en una agricultura de escala en lugar de una de ensayos en parcelas”, explicó Juan Lariguet, Gerente de Semillas de Dow AgroSciences Argentina.
¿Es posible obtener altos rindes de maíz tardío? Ante la pregunta formulada en el Módulo 1 del congreso, diferentes trabajos realizados durante la última campaña por el equipo técnico de Dow AgroSciences e investigadores, apuntaron a develar el interrogante que se suma al desafío de investigar al maíz tardío.
Los especialistas de Dow AgroSciences que organizaron el congreso, propusieron que Argentina puede hacer crecer los rendimientos de maíz tardío, al mismo nivel de los del maíz temprano, sin necesidad de hablar de rendimientos potenciales.
“Más de la mitad del maíz argentino se sembró en fechas tardías en la última campaña. Y dadas las condiciones de anegamiento que se ve en muchas provincias del país, el maíz tardío es la clave para poder ocupar esos ambientes”, expresó Lariguet, aclarando que las fechas de siembra tempranas son todas aquellas que se dan hasta principios- mediados de octubre, y las fechas tardías son aquellas que parten desde del 20 de noviembre.
Fernando Andrade, investigador del INTA Balcarce y del Conicet, habló acerca de los factores limitantes y las posibilidades de mejora del rendimiento y estabilidad del maíz tardío. “La población demanda cada vez más cantidad, pero también calidad. La demanda sigue creciendo, pero hay que desacoplar la producción del impacto ambiental. Pensemos que la agricultura produce el 30% global de gases de efecto invernadero (Emisiones GEI)”, enunció Andrade.
Asimismo, agregó: “La comunidad científica asegura que no debe haber aumento de superficie cultivada, sino que el incremento de la producción debe pasar por un aumento de rendimiento por unidad de insumo y recurso disponible. Solo así se podrá reducir el impacto ambiental. Estos desafíos requieren innovación, y el maíz tardío es un ejemplo. La clave pasa por el conocimiento del ambiente para obtener excelentes resultados”.
Entre las posibilidades de mejora del maíz tardío, Andrade sostuvo que es vital “adecuar el manejo del cultivo, la densidad de plantas, la nutrición y la fecha de siembra. Consideremos que el rendimiento potencial del maíz tardío cae en la medida en que atrasamos la fecha de siembra; a más latitud, más caída”.
El hecho de que un maíz tardío puede alcanzar el mismo rendimiento medio que uno temprano, se suma a la estabilidad que aporta el maíz tardío, y como sostuvo Gustavo Maddonni, de la cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), “esa estabilidad es explicada desde una base más alta de peso de grano, lo que hace que el maíz tardío, en la sumatoria de los años, termine dando en promedio, mejores rendimientos que el temprano. El tardío fija los pisos, y eso es clave en el sistema productivo argentino. Tengamos en cuenta que el maíz se produce en zonas donde existen ciertas limitantes de agua”.
“El llenado del maíz tardío esquiva a problemas climáticos. Lo interesante a ver es que con 6000 granos obtenemos casi 120 quintales por hectárea. La clave: que la fecha de siembra no determine una caída en el número de granos y que se pueda sostener el rendimiento con mayor peso”, concluyó Maddonni.