Fitosanitarios: capacitados y con responsabilidad se reduce el riesgo

Especialistas del INTA recomiendan la adopción de prácticas que favorezcan el cumplimiento de las pautas de seguridad y el cuidado del ambiente.

Se está llevando a cabo el 1.° Congreso Nacional de Fitosanitarios en Salta.

Se está llevando a cabo el 1.° Congreso Nacional de Fitosanitarios en Salta.

15deNoviembrede2017a las15:30

Los inicios de la agricultura se remontan al período Neolítico, momento en el que las sociedades humanas evolucionaron para dar inicio a los primeros cultivos –trigo y cebada– y a la cría de animales. Estas actividades productivas, que impulsaron el asentamiento de las civilizaciones, se expandieron por el mundo a través de las migraciones humanas, con el apoyo de sus tecnologías primogénitas.

En aquel momento, la relación de la humanidad con la naturaleza era muy estrecha, al punto de conocer las características de ambientes, cultivos e interacciones biológicas y comprender los ciclos productivos que garantizaban el alimento y protegerse de los desatinos climáticos.

Los siglos pasaron, el mercado avanzó y los sistemas productivos se simplificaron. Y, así, se alejaron del concepto de sustentabilidad heredado de las primeras civilizaciones humanas en el mundo.

Resulta impensado prescindir de los insumos sintéticos para combatir las plagas y malezas, entre otros males que acechan a las grandes superficies productivas. Así lo entiende Luis Carrancio –técnico especializado en aplicaciones periurbanas del INTA Oliveros, Santa Fe– quien reconoce que “hay una cultura del productor agropecuario tendiente a la simplificación impulsada por un sistema que lo acompaña: la formación académica, el mercado, los sistemas de acopio y de transporte, entre otras”.

En este contexto, surgen dos filosofías antagónicas: la que defiende una producción dependiente de insumos, pero con buenas prácticas, o bien, por el contrario, quienes sostienen que se puede generar alimentos de un modo agroecológico. Dos paradigmas. Dos maneras de ver el mundo. Una, arraigada a la cantidad, rentabilidad y simplicidad. La otra, a los saberes ancestrales y el respeto por la naturaleza.

“Resulta muy difícil romper con el sistema para volcarse a la agroecología cuando triplica las horas de trabajo y hace menos rentable la productividad de un campo”, explicó el técnico de Oliveros, sin descuidar que, además, se requiere un conocimiento superior y tiempo para comprender los ciclos productivos o, simplemente, “escuchar al suelo”.

Frente a esta disyuntiva, Ramiro Cid –especialista en aplicación de fitosanitarios del Instituto de Ingeniería Rural del INTA Castelar– sentenció: “No hay que demonizar a los insumos sino, más bien, a la mala praxis”.