El efecto de una labranza ocasional en un suelo en Siembra Directa

Si bien la Siembra Directa ha mostrado desde su irrupción en el campo argentino un crecimiento exponencial, existen muchas situaciones en las cuales no se la concibe como un sistema de producción.

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La aparición de malezas tolerantes y resistentes a distintos principios activos, principalmente a glifosato es una de las últimas causas que lleva a algunos productores y técnicos a volver a la labranza.

La aparición de malezas tolerantes y resistentes a distintos principios activos, principalmente a glifosato es una de las últimas causas que lleva a algunos productores y técnicos a volver a la labranza.

02deFebrerode2018a las16:45

Este comportamiento es común observarlo cuando se sale de pasturas hacia un cultivo agrícola, cuando quedan algunas huellas de la cosecha, o bien cuando algún costo relacionado con herbicidas o fertilizantes pareciera que se mueve más de lo deseado. Al respecto, la aparición de malezas tolerantes y resistentes a distintos principios activos, principalmente a glifosato es una de las últimas causas que lleva a algunos productores y técnicos a volver a la labranza.

Obviamente, que en situaciones particulares, como un huelleado por cosecha, puede que la única opción viable y factible sea una labranza. Justamente, el objetivo de esta nota no es demonizar una labor, ni ser dogmático. Pero sí es importante, entender cómo funciona un suelo en siembra directa continua y analizar qué mecanismos se desencadenan al realizar una labranza ocasional. Conocer e interpretar es una herramienta útil para que cada productor tenga clara noción de lo que sucede al tomar esta decisión. En esta nota, de fácil lectura los invito a repasar algunos conceptos básicos que nos ayudaran a pensar, para luego actuar.

Obviamente, que en situaciones particulares, como un huelleado por cosecha, puede que la única opción viable y factible sea una labranza. Justamente, el objetivo de esta nota no es demonizar una labor, ni ser dogmático. Pero sí es importante, entender cómo funciona un suelo en siembra directa continua y analizar qué mecanismos se desencadenan al realizar una labranza ocasional. Conocer e interpretar es una herramienta útil para que cada productor tenga clara noción de lo que sucede al tomar esta decisión. En esta nota, de fácil lectura los invito a repasar algunos conceptos básicos que nos ayudaran a pensar, para luego actuar.

Materia orgánica, el tesoro más preciado

Un concepto que todos los productores que practican el sistema de siembra directa tienen claro es el que siempre pregona Joao Carlos de Moraes Sá: “En este sistema productivo deja de existir la capa arable dando lugar a otra capa enriquecida con residuos orgánicos, alterando la dinámica de la materia orgánica y el ciclado de nutrientes”.

Con esta frase, el investigador brasileño, subraya que la no roturación sumada al retorno de los rastrojos – para lo cual la inclusión de gramíneas es fundamental – estimula a la formación de un volumen superficial de suelo enriquecido en materia orgánica. (Ver infografía).

 Además de existir una ganancia neta de materia orgánica en los suelos manejados en SD bajo rotaciones que aporten altos volúmenes de rastrojos, la misma se produce en los primeros centímetros de suelo. Existe una estratificación de ese “plus” de materia orgánica en los 10 cm de suelo, diluyéndose el efecto a mayor profundidad.

Moraes Sá, luego de 10 años de comparar un sistema de SD y otro basado en labranzas concluye su trabajo afirmando que “a largo plazo, la siembra directa aumentó la materia orgánica del suelo en un 54% en la capa de 0 a 10 centímetros en relación a la preparación convencional”

Sin embargo, esta es sólo una parte de los resultados. La otra – y tal vez la de mayor impacto en este contexto de análisis-  se relaciona con los aspectos cualitativos de la ganancia. Sucede que la contribución de los rastrojos en el incremento de la materia orgánica se da en las fracciones más oxidables; es decir, aquella que frente a un factor externo que favorezca una oxigenación violenta del suelo (como sucede con una labranza) se pierda rápidamente.

Biología de suelo

El tipo de labranza ha demostrado tener un gran efecto sobre la distribución de los residuos y nutrientes en el suelo. En un estudios realizado por Montero se evaluaron durante dos años los niveles y tendencias microbiológicas de suelos con diferentes antigüedades en SD bajo la secuencia maíz/soja. Durante los 21 meses de estudio, Montero observó “una tendencia creciente, tal que existió un aumento de hasta 219% en el carbono microbiano en los lotes con mayor antigüedad”. Simultáneamente, los cultivos de maíz y soja promovieron “incrementos de 28 % y 12 % en los contenidos de materia orgánica”. Esto reflejó la respuesta de los microorganismos del suelo a la acumulación de rastrojos que se produce, a través de los años, en los suelos superficiales tratados con SD.

En conclusión, menciona el autor “los cultivos de maíz y soja realizados durante dos años en un suelo que tenía seis y nueve años de SD, mostraron un efecto positivo sobre la microbiología del suelo superficial. La rotación de cultivos mencionada suministró adecuadas cantidades y calidades de residuos orgánicos porque, además de promover aumentos en los contenidos de materia orgánica, estimuló al incremento biomasa microbiana y de su actividad”. Todo sin olvidar que “el suelo del lote con más años de SD liberaba menores niveles de CO2, lo cual sugiere una protección de la materia orgánica contra el ataque microbiano, favoreciendo el secuestro de carbono”. (Ver recuadro)