Caminos rurales: el desafío va más allá de mantenerlos bien
Fundación FADA destaca que es preciso realizar una transformación estructural: la mejora sustancial de los caminos rurales debe convertirse en una prioridad destacada de la agenda nacional.
Existen alrededor de 500.000 kilómetros de caminos rurales no pavimentados, repartidos en 23 provincias con geografías y suelos distintos.
Salvo excepciones, los caminos rurales siempre han sido un problema en Argentina. Ahora seriamente agravado por varios factores convergentes: el incremento de tránsito y de tonelaje transportado, los cambios en las condiciones climáticas, las modificaciones en el sistema productivo y de uso del suelo, y el deterioro progresivo por falta de mantenimiento e inversión, que han convertido a algunos tramos en verdaderos canales.
No es sólo un problema de ineficiencia de transporte per se, sino que implica un alto impacto social y económico. No se trata sólo de no poder “sacar la producción”: hablamos de desarraigo, precariedad de trabajos, imposibilidad de agregar valor, chicos que no pueden ir a clase la cuarta parte del año a las casi 18.000 escuelas rurales existentes, personas privadas de atención médica.
Los intentos de solución han sido parciales, fragmentados y, en general, asistemáticos. Las consecuencias de la baja transitabilidad y la bajísima velocidad de desplazamiento son: éxodo rural, empobrecimiento, atraso económico.
Como Mesa Nacional de Caminos Rurales, entendemos la complejidad del problema. Aquí sólo exponemos una visión resumida de una red de caminos amplia y diversa, ya que la situación de provincia a provincia y de municipio a municipio es distinta.
Existen alrededor de 500.000 kilómetros de caminos rurales no pavimentados, repartidos en 23 provincias con geografías y suelos distintos, con sistemas de gestión que van desde las Direcciones de Vialidad provinciales a los consorcios camineros y a los municipios como gestores de la red. Pero no se dispone de un relevamiento riguroso de la red ni de su estado, no existe un protocolo común de nomenclatura, no se conoce cuál es el parque de maquinarias disponible ni los recursos asignados, no existen comparaciones de costo por km, ni se cuenta con instancias de capacitación adecuadas.
Esta situación, arrastrada por años, se tornará crítica en función del nuevo escenario de apertura al mundo, que demandará mejorar significativamente la competitividad. Ya no bastará con lograr un mantenimiento aceptable de la red de caminos rurales tal como está. Es preciso realizar una transformación estructural: la mejora sustancial de los caminos rurales debe convertirse en una prioridad destacada de la agenda nacional.
Para ello, proponemos un abordaje integral que incluya:
- Propiciar una amplio debate parlamentario tendiente a la sanción de una ley que dé un marco regulatorio nacional, con adhesión voluntaria de las provincias, que establezca criterios comunes de trazado, readecuación geométrica de acuerdo a normas de diseño vigentes, criterios de priorización, fuentes de recursos y financiamiento transparentes y demás cuestiones atinentes a los caminos en orden a una mejora estructural de la red.