El manejo agronómico continúa marcando las brechas de rendimiento

Se presentaron las conclusiones de la campaña 2018/19 en el norte de Córdoba.

25deOctubrede2019a las09:47

Cambiar la escala de conocimiento y transformar datos en información útil para potenciar los rendimientos es la clave del trabajo que la Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica (RAVIT) viene realizando con el apoyo de UPL bajo el paraguas de su propósito OpenAg –agricultura abierta-. La estrategia se basa en el análisis de 120 variables agronómicas y en el aporte de 78 productores distribuidos en 3,12 millones de hectáreas del norte de Córdoba y el sur de Buenos Aires.

Este es el segundo año de trabajo en el norte de Córdoba. Allí la superficie en análisis acaba de pasar de 1,5 a 2 millones de hectáreas y los productores de 40 a 50. Hace pocos días, los actores involucrados con esta iniciativa se reunieron en la Universidad Católica de Córdoba para compartir las conclusiones que arrojó la campaña 2018/19. Emilio Satorre, titular de la FAUBA y socio de Cultivar Conocimiento, fue en el encargado de procesar y presentar la información que arrojó el ciclo tras el seguimiento de 78 parcelas de soja y 77 de maíz.

Según lo relevado, el manejo de los productores sigue explicando el mayor porcentaje de las brechas de rendimiento. Satorre detalló que en el caso del maíz, en la última campaña se observó una gran variabilidad de resultados, con lotes que apenas alcanzaron los 6.500 kilos y otros que lograron 15.000 kilos por hectárea. Solo el 14% de la variabilidad de rinde responde a las lluvias. El resto depende del manejo agronómico de cada productor, y sobre todo de la elección de la fecha de siembra.

En el norte de Córdoba domina el maíz tardío, con siembras que arrancan a partir del 25 de noviembre en adelante. “La pérdida de rendimientos por cada día de retraso a esa fecha alcanzó en promedio casi 70 kilos. Una diferencia de siembra de alrededor de 15 días provocó casi una tonelada de diferencial de rinde”, clarificó Satorre. La estructura de cultivo, el arreglo espacial, la densidad y la uniformidad de siembra fueron también factores determinantes. Pero la fertilización parece haber cumplido un rol fundamental. “La fertilización nitrogenada generó una respuesta, pero relativamente pequeña por ser un año húmedo. Sin embargo, la fertilización fosfatada marcó una tendencia a mejorar las condiciones fisiológicas de las plantas, sobre todo alrededor de las etapas reproductivas. Esto contribuyó a la mayor fijación de granos y de mejor calidad”, explicó.