Internet de las cosas: un abanico de oportunidades para el agro
Con el IoT es posible detectar amenazas de forma temprana o mejorar la calidad de los cultivos mediante el acceso y el intercambio de grandes cantidades de información.
El IoT permite identificar de forma temprana la evolución de plagas o problemas en el riego o en el suelo y reaccionar de forma adecuada.
Desde hace unos 30 años que se viene trabajando con la idea de hacer un poco más interactivos todos los dispositivos electrónicos. Ideas como la ciudad o el hogar inteligente o los vehículos conectados han evolucionado antes de que haya tomado forma el concepto de Internet de las cosas. El Internet de las cosas potencia objetos que antiguamente se conectaban mediante circuito cerrado, como comunicadores, cámaras, sensores, y demás, y les permite comunicarse globalmente mediante el uso de la red de redes.
Con el internet de las cosas se abre un increíble nuevo abanico de oportunidades para la sostenibilidad y la mejora de la calidad de los cultivos. Este tipo de tecnologías nos permiten un elevado control de todas las variables de un cultivo sin la necesidad de aplicar catas periódicas o desplazar a alguien a tomar muestras en campo.
De esta forma es posible detectar amenazas de forma temprana o mejorar la calidad de los cultivos mediante el acceso y el intercambio de grandes cantidades de información. Por ejemplo, es posible detectar de forma temprana la evolución de plagas o problemas en el riego o en el suelo y reaccionar de forma adecuada.
Un enorme abanico de posibilidades
El Internet de las Cosas comprende multitud de elementos que nos pueden ayudar a enviar datos a internet de multitud de sensores con dispositivos de bajo coste. Existen tecnologías muy diversas para lograr este tipo funciones, pero eso es algo en lo que no nos vamos a centrar, sino en la funcionalidad.
Prácticamente todo tipo de sensor que es capaz de producir una señal eléctrica, ya sea digital o analógica puede convertirse en un dispositivo del internet de las cosas, valores obtenidos del suelo (acidez, humedad, temperatura…) o del aire, o de la propia planta (la impedancia y la reactancia de una planta sirven como detección de muchos elementos), pero no solo eso, sensores ópticos (color, tamaño), sensores en los elementos de riego o incluso el uso de drones para monitorizar la plantación desde el aire.