Al maní le cuesta competir con las malezas: destacan el manejo integrado y comparten ensayos
Fracasar en el control de las especies no deseadas en nuestro cultivo no sólo implica reducción del rendimiento alcanzable por competencia de recursos, sino que también serán necesarias aplicaciones posteriores que incrementarán los costos de producción.
El cultivo de maní
Una economía regional muy importante en el país es la que impulsa la industria del maní. En Argentina se siembran por año entre 350.000 y 400.000 hectáreas, (Bolsa de cereales de Córdoba, 2020) el 87% es cultivado en la provincia de Córdoba, puntualmente en el sur provincial. El 13% restante se divide entre norte de La Pampa, sur de Santa Fe, sur este de San Luis, noroeste de Buenos Aires, Salta y Catamarca, entre otras. Desde la década del 2000 Argentina se ubica entre los principales países exportadores de maní para el consumo humano, satisfaciendo la demanda de países consumidores que tienen las máximas exigencias de calidad. Este reconocimiento a nivel mundial se obtuvo por la constante innovación y superación que logra el sector año tras año.
El cultivo del maní (imagen 1) posee un lento crecimiento inicial, sin importar la variedad que se utilice, por lo cual no cuenta con la capacidad de competir con el rápido crecimiento que normalmente presentan las malezas. Esta particularidad se magnifica en la Argentina ya que la zona de mayor producción del país es la región más distante del Ecuador respecto de las regiones donde se cultiva maní en el mundo y la temperatura del suelo es inferior comparada a la requerida en el momento de la siembra.
[[{"type":"media","view_mode":"media_original","fid":"115722","attributes":{"alt":"","class":"media-image","height":"212","width":"567"}}]]
Imagen 1: Cultivo del maní Arachis hypogaea.
Manejo integrado de malezas en maní
Ante esta particularidad del cultivo, empresas y productores maniseros deben planificar un manejo integrado de malezas que les otorgue un período libre de competencia y así lograr que el cultivo se establezca para maximizar el uso de recursos. Las herramientas para combatir las malezas van desde adopción de cultivos de servicio, labores mecánicas previas a la siembra e incluso dentro del desarrollo del cultivo como puede ser la labor de un escardillo y aplicación de herbicidas.
En cuanto al manejo de herbicidas, los asesores técnicos del sector fueron pioneros en combinar 2 o más principios activos de acción residual seguidos por una aplicación de otro producto residual para obtener así un efecto de superposición y evitar el nacimiento de malezas durante el período inicial del cultivo. Entre los productos con acción residual utilizados se destacan los pertenecientes a los inhibidores de la enzima PPO, Inhibidores de la síntesis de ácidos grasos de cadena larga, inhibidores de la enzima ALS (familias Imidazolinonas y Triazolpirimidinas), inhibidores de la enzima DOXP sintetasa, inhibidores de la síntesis de microtúbulos, entre otros.
La combinación y superposición de estos herbicidas resultan una excelente herramienta para evitar la aparición de biotipos de malezas resistentes, pero no son suficientes ya que especies del género como Amaranthus spp. y Eleusine indica, entre otras, presentan un período de emergencia muy amplio y, ante la escasa competencia que ofrece el cultivo, (imagen 2), éstas emergen interfiriendo con el desarrollo normal del cultivo de maní siendo necesarias una o más aplicaciones de herbicidas post emergentes para su control.
[[{"type":"media","view_mode":"media_original","fid":"115723","attributes":{"alt":"","class":"media-image","height":"225","width":"295"}}]]