Cómo se construye el rinde del maíz: ocho variables y un modelo para apuntar al máximo posible
El especialista Emilio Satorre analizó los principales factores que construyen el rendimiento del cultivo de cara a la nueva campaña.
En su tercer año de trabajo, la Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica (RAVIT) presentó el balance de la campaña de maíz 2019/2020 en el norte de Córdoba. Realizada de manera virtual, en la jornada se hizo foco en ocho variables que más inciden sobre el rendimiento del cultivo, y a partir de allí se desplegó un modelo de predicción que tiene como objetivo colaborar en la toma de decisiones por parte de los productores.
“El objetivo es abrir las cabezas para poder salir de los planteos y estrategias que normalmente practicamos, introduciendo pequeños cambios que repercuten en mejores resultados”, aseguró Emilio Satorre (FAUBA), que como guía técnica del proyecto es el encargado de procesar y presentar la información de todo el ciclo. El trabajo que RAVIT viene realizando en 2 millones de hectáreas ubicadas al norte de Córdoba involucra a 50 productores y cuenta con el apoyo de UPL. En éste área se miden sistemáticamente 120 variables que permiten entender de una forma única cómo las decisiones y el ambiente influyen en el rendimiento. “En la última campaña, el análisis de las principales variables explicó el 64 % de la variabilidad de los resultados del rinde del maíz de todas las situaciones relevadas en 2019-20”, aclaró.
El relevamiento de la última campaña arrojó un rendimiento promedio para el maíz de 8.249 kilos por hectárea, pero con una variabilidad importante en los resultados. “Hubo casos que apenas alcanzaron los 3.000 kilos y otros que llegaron prácticamente a los 13.000 kilos. Justamente esa disparidad es la que nos interesa explicar, tratando de discernir cuáles son los factores o componentes que tuvieron más efecto sobre el rinde”, agregó el docente de la FAUBA.
Sin lugar a dudas, el ambiente juega un rol fundamental en ese aspecto y explicó el 21% de la variabilidad total de los resultados. “Son condiciones de sitio, algunas de las cuales no podemos manejar, como el clima, y otras que dependen exclusivamente de conocer los suelos en cada lugar”, argumentó Satorre, quien consideró que los cultivos se sembraron sobre suelos sanos, sin problemas de sodio ni salinidad, y fértiles con buen contenido de materia orgánica y una alta capacidad de intercambio catiónico.
Además, los suelos estaban bien provistos de fósforo, azufre y presentaron buenos contenidos de potasio y magnesio entre otros minerales analizados previo a la siembra”, confirmó. A su vez, señaló que en la campaña 2019-20, “cada milímetro de lluvia ocurrido en la estación de crecimiento del cultivo proveyó 10,2 kilos de grano de maíz por hectárea en 2019/20 y 10,6 kg si se consideran las dos campañas anteriores”.