Rehabilitan a caballos maltratados y enfrentan una situación límite: la dura historia de los animales y la estrategia que encontraron para afrontarlo

Desde 2015, este grupo de voluntarios trabaja a puro corazón para rehabilitar física y emocionalmente a cientos de caballos que provienen víctimas de diversas situaciones

Rehabilitan a caballos maltratados y enfrentan una situación límite: la dura historia de los animales y la estrategia que encontraron para afrontarlo
16deOctubrede2024a las14:30

En Rosario hay un grupo de personas decidió dedicar voluntariamente un esfuerzo diario a darle una nueva oportunidad de vida a cientos de animales víctimas de maltrato.

Liberación de Caballos Rosario

Desde 2015, la ONG Liberación de Caballos en Rosario trabaja para rehabilitar física y emocionalmente a aquellos que han sido rescatados de diversas situaciones de abusos y vulnerabilidad, como las cinchadas, las carreras clandestinas y los pisaderos.

Actualmente, casi 100 caballos que fueron salvados de sometimientos se encuentran en las tranqueras de “Liber” sanando, mejorando su condición y esperando el día de mañana poder ser adoptados.

Son muchísimos los casos de caballos en situación de maltrato que aún se encuentran en las calles de Rosario y la región, y como las distintas fuerzas de control y ecológicas derivan los rescates principalmente a esta ONG, en el campo de la organización llegaron a tener hasta casi 200 en simultáneo.

Pero estas altas cifras también representan un problema, ya que el campo que alquilan no les permite (en términos de espacio) recibir más animales sin sufrir una sobrepoblación, y la gran cantidad de caballos que se encuentran hoy allí conlleva además un importante gasto diario en proveedores, alimentos, medicamentos y funcionamiento que solo son capaces de costear a partir de la colaboración económica de la gente, principalmente mediante actividades benéficas y un sistema de padrinazgo.  

Para Claudia Lobos, integrante de la comisión directiva de la organización, su involucramiento con la causa se dio a partir de lo que consideraba como una deuda consigo misma. 

“Yo desde muy pequeña, desde toda la vida, he visto pasar carros en el barrio en el cual yo vivía, donde me crié, y siempre me pareció una situación de sometimiento enorme verlos con esos frenos de hierro en la boca, con esas máscaras para que no puedan mirar hacia el costado, con esos látigos, con esos rebenques, con esos pesos. Todo esto a mí me fue generando una posición muy crítica, y toda esta angustia que a mí me generaba de toda la vida entendí que la única manera de tramitarla emocionalmente era involucrándome y militando esta causa”, contó en diálogo con Agrofy News.

Los inicios de “Liber”

La historia de Liberación de Caballos en Rosario se puede remontar a 2010, que es cuando tras varios años de reclamos y de lucha por parte de activistas y vecinos, el Concejo Municipal rosarino sancionó la ordenanza 8726/10 que prohíbe la tracción a sangre en la ciudad.

En un principio, la misma se aplicó con fines regulatorios: no es que se sacó inmediatamente a todos los caballos de las calles, sino que se empezó por rescatar a aquellos más maltratados o vulnerables, como yeguas preñadas o caballos muy pequeños y delgados que debían soportar grandes pesos, como así también controlando precisamente que el peso que se cargaba en los carros no fuera excesivo.

Sin embargo, los primeros caballos que fueron retirados de las calles eran derivados a un corralón municipal. “Allí estaban a la buena de Dios, no tenían la atención necesaria”, señaló Lobos.

Fue allí cuando quien hoy es presidenta de la ONG, Inés Espósito, consiguió un campo prestado  y le propuso a la Municipalidad que los caballos fueran llevados ahí para ser rehabilitados y luego dados en adopción responsable, a cambio de que ellos se hicieran cargo de ayudar con el alimento. Así se dio el nacimiento de “Liber”, en 2015, con la llegada del primer camión de animales.

La necesidad de colaboración para poder funcionar

No obstante, al cabo de un año, la persona que había prestado ese primer campo lo pidió de vuelta, por lo que desde la ONG tuvieron que buscar otro. Si bien encontraron un nuevo espacio, que es en el que todavía permanecen actualmente, el solo hecho de tener que pagar ese alquiler ya generó un desfasaje enorme en ese convenio en donde la Municipalidad ayudaba económicamente, y por si fuera poco, la cantidad de caballos que eran derivados superaba ampliamente ese insumo que se otorgaba para la alimentación.