La increíble historia de Los Paea: de "cirujear" en el campo a crear un "supermercado para inventores", se preparan para la nueva etapa de una familia marcada por el trabajo y los sueños

El 22 y 23 de noviembre, en Villa Elisa (Entre Ríos), se realizará un remate único del tradicional “Desarmadero El Universo”; pero detrás hay una historia familiar que atraviesa seis décadas de trabajo, sueños y legado

La increíble historia de Los Paea: de "cirujear" en el campo a crear un "supermercado para inventores", se preparan para la nueva etapa de una familia marcada por el trabajo y los sueños
18deNoviembrede2025a las17:35

“Mi papá no tenía un negocio, mi papá era un negocio en sí mismo”, comentó Matías Paea, ingeniero y actual responsable de “El Universo”, el desarmadero fundado por sus abuelos y continuado por su padre, Julio Paea.

La historia de Los Paea y el desarmadero "El Universo"

Su voz mezcla orgullo, respeto y una gran emoción al hablar de lo que será, el 22 y 23 de noviembre, un remate histórico en Villa Elisa, donde saldrán a la venta décadas de trabajo y de recuerdos familiares.

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El desarmadero cuando se trasladó a Villa Elisa en 1994.

Los orígenes de El Universo

La historia del desarmadero “El Universo” comenzó con José Paea y Daisy Oralia Morend, una pareja de trabajadores rurales. “Ellos se casaron de grandes y enseguida formaron su familia. Tuvieron cuatro hijos: Danilo, Efraín, Julio —mi papá— y Elba”, contó Matías Paea.

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Daisy Oralia Morend y José Paea, foto tomada en 1959. El bebé en brazos de José es Efraín Paea y el que está de pie es Danilo Paea.

José provenía de una familia de agricultores y, junto a sus hermanos, se dedicó a la siembra de arroz, el cultivo que por aquellos años se imponía en Entre Ríos. “El arroz era el cultivo por excelencia en ese momento. A muchos les fue bien, pero a mi abuelo no tanto. Probó en distintos lugares, siempre buscando progresar”, recordó.

Daisy también tenía raíces en el campo. Su padre fue cuidador de arroceras. “Ella venía con esa misma impronta de esfuerzo y sacrificio”, admitió el actual dueño.

Al poco tiempo, el matrimonio decidió cambiar de rumbo. Se trasladaron a Colonia del Carmen, a unos diez kilómetros de Villa Elisa, donde comenzaron con la cría de gallinas ponedoras.

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Sin embargo, el destino volvió a ponerlos a prueba. Hacia 1966, una peste conocida como Newcastle arrasó con todas las aves. Julio tenía 5 años y marcó su infancia. “Mi abuela me contaba que un día fue a darles de comer y vio una gallina convulsionando, con la cabeza torcida. Al día siguiente aparecieron muertas tres, al otro diez, y al cuarto día ya no quedaba ninguna gallina. Se fundieron trabajando.”, reconoció el ingeniero. 

La crisis obligó a José Paea y Daisy Oralia Morend a reinventarse. Sin capital ni recursos, salieron a “rebuscársela”. “Empezaron a juntar lata, huesos y vidrio, lo que hoy sería cirujear. Era lo que sobraba en los campos y no requería inversión.”, contó Matías.

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