Europa Caliente y Seca
La ola de calor que afecta gran parte de Europa se enmarca dentro de los eventos meteorológicos que se ubican hacia los extremos más bajos en la probabilidad de ocurrencia.
08deAgostode2003a las15:32
La ola de calor que afecta gran parte de Europa se enmarca dentro de los eventos meteorológicos que se ubican hacia los extremos más bajos en la probabilidad de ocurrencia.
Si bien el fenómeno tiene antecedentes cercanos en el año 2000, la continuidad de días con máximas por encima de los 35° C y muchas marcas extremas quebradas o poco frecuentes en 80 años, evidencian las singulares características que reviste este evento.
En muchas localidades de Portugal, España, Francia e Italia se han registrado más de 40 días consecutivos con temperaturas por encima de los 35° C. Este registro sirve como indicador del predominio del aire muy cálido sin mayores variantes, aunque las marcas de máximas han superado los 40° C en repetidas ocasiones en lo que va del verano, en gran parte del centro sudoeste de Europa. En localidades poco acostumbradas ha estos rigores térmicos, conseguir un ventilador es una odisea.
Por otra parte, el comportamiento de las temperaturas mínimas y su persistencia en valores que superan los 22-24° C definen al evento como “OLA de CALOR”.
Si bien las fracciones de población más expuestas por estas condiciones del tiempo son las que cuentan a niños y ancianos, el estrés térmico genera un serio impacto sobre el desenvolvimiento normal de las tareas de la población económicamente activa. La búsqueda de la mitigación del impacto acondicionando los ambientes domésticos y de trabajo, provoca una demanda de energía eléctrica que se aparta mas allá del margen considerado para condiciones exigentes en épocas estivales. Como consecuencia directa, la emergencia energética es evidente y en muchos casos se están llevando adelante planes de racionalización.
La escasez de precipitaciones del último cuatrimestre ha provocado un descenso marcado en el nivel de ríos y lagos, lo cual redunda en una menor provisión de energía hidroeléctrica y un aumento en la generación de energía a través de centrales termoeléctricas, de mayor costo e impacto ambiental.
Este panorama se complementa con los devastadores incendios que se han propagado en vastas zonas del área afectada, principalmente Portugal, país que se ha declarado en emergencia nacional.
Estas condiciones atmosféricas de características tan extremas, se relacionan con un fuerte bloqueo de los flujos del oeste, que impiden la entrada de humedad desde el Atlántico sobre la región afectada, quedando este flujo restringido a la porción norte y este de Europa. La fuerte anomalía negativa en la disponibilidad de humedad repercute marcadamente en la generación de sistemas precipitantes y no permite la renovación de masas de aire, destacándose solo alivios temporales ante tormentas convectivas de escasa cobertura y duración.
La tendencia para los próximos días no marca un cambio en la situación, esperándose que continúen las actuales condiciones con magros registros pluviométricos.
El continente Europeo ha sido testigo en los últimos años de eventos severos de extremo rigor: olas de frío, inundaciones y olas de calor. Este comportamiento inscribe a la zona en una de las regiones del planeta que con mayor variabilidad climática, o sea el apartamiento (en muchos casos hacia valores extremos) de las principales variables meteorológicas (precipitación y temperatura) del comportamiento esperado. No debe confundirse este concepto con el de Cambio Climático, el cual implicaría un cambio (hacia arriba o hacia abajo) de los valores medios de dichas variables.
En Argentina se han dado en numerosas oportunidades condiciones similares a las que hoy se dan en parte de Europa, pero no tan extendidas en el tiempo.
Si bien el fenómeno tiene antecedentes cercanos en el año 2000, la continuidad de días con máximas por encima de los 35° C y muchas marcas extremas quebradas o poco frecuentes en 80 años, evidencian las singulares características que reviste este evento.
En muchas localidades de Portugal, España, Francia e Italia se han registrado más de 40 días consecutivos con temperaturas por encima de los 35° C. Este registro sirve como indicador del predominio del aire muy cálido sin mayores variantes, aunque las marcas de máximas han superado los 40° C en repetidas ocasiones en lo que va del verano, en gran parte del centro sudoeste de Europa. En localidades poco acostumbradas ha estos rigores térmicos, conseguir un ventilador es una odisea.
Por otra parte, el comportamiento de las temperaturas mínimas y su persistencia en valores que superan los 22-24° C definen al evento como “OLA de CALOR”.
Si bien las fracciones de población más expuestas por estas condiciones del tiempo son las que cuentan a niños y ancianos, el estrés térmico genera un serio impacto sobre el desenvolvimiento normal de las tareas de la población económicamente activa. La búsqueda de la mitigación del impacto acondicionando los ambientes domésticos y de trabajo, provoca una demanda de energía eléctrica que se aparta mas allá del margen considerado para condiciones exigentes en épocas estivales. Como consecuencia directa, la emergencia energética es evidente y en muchos casos se están llevando adelante planes de racionalización.
La escasez de precipitaciones del último cuatrimestre ha provocado un descenso marcado en el nivel de ríos y lagos, lo cual redunda en una menor provisión de energía hidroeléctrica y un aumento en la generación de energía a través de centrales termoeléctricas, de mayor costo e impacto ambiental.
Este panorama se complementa con los devastadores incendios que se han propagado en vastas zonas del área afectada, principalmente Portugal, país que se ha declarado en emergencia nacional.
Estas condiciones atmosféricas de características tan extremas, se relacionan con un fuerte bloqueo de los flujos del oeste, que impiden la entrada de humedad desde el Atlántico sobre la región afectada, quedando este flujo restringido a la porción norte y este de Europa. La fuerte anomalía negativa en la disponibilidad de humedad repercute marcadamente en la generación de sistemas precipitantes y no permite la renovación de masas de aire, destacándose solo alivios temporales ante tormentas convectivas de escasa cobertura y duración.
La tendencia para los próximos días no marca un cambio en la situación, esperándose que continúen las actuales condiciones con magros registros pluviométricos.
El continente Europeo ha sido testigo en los últimos años de eventos severos de extremo rigor: olas de frío, inundaciones y olas de calor. Este comportamiento inscribe a la zona en una de las regiones del planeta que con mayor variabilidad climática, o sea el apartamiento (en muchos casos hacia valores extremos) de las principales variables meteorológicas (precipitación y temperatura) del comportamiento esperado. No debe confundirse este concepto con el de Cambio Climático, el cual implicaría un cambio (hacia arriba o hacia abajo) de los valores medios de dichas variables.
En Argentina se han dado en numerosas oportunidades condiciones similares a las que hoy se dan en parte de Europa, pero no tan extendidas en el tiempo.